River, el más grande siempre avisa desde el título que no tiene la más mínima intención de ser una película. A pesar de las muchas posibilidades que ofrece el mundo de un club de fútbol de indiscutible popularidad y grandeza se ven desperdiciadas por no intentar absolutamente nada desde lo cinematográfico o narrativo.
El documental como tal no tiene interés alguno ni justifica, más allá del fanatismo de los hinchas de River, perder el tiempo para ver algo que carece de drama, sofisticación o inteligencia. Un institucional sin gracia, carente de los elementos más básicos que necesita una película para ser considerada profesional. Una pena el desperdicio de algunas de las máximas estrellas del club. Y varios momentos interesantes son desperdiciados para mostrar sólo el punto de vista oficial de River.
El banderazo parece ser más importante que los detalles de los partidos o los testimonios de muchos jugadores que deben haber quedado afuera. Película para los hinchas, festejan más a los hinchas que a aquellos que han construido la historia futbolística del club. Incluso ese evento podría haber sido analizado, pero no, a la película no le importa en lo más mínimo tampoco.
Finalmente, quien ame a River no tendrá todos los goles y anécdotas y material de fútbol necesario para poder disfrutar de todo aquello que lo ha hecho emocionarse y disfrutar de su club a lo largo de muchos años. Sin complejidad, sin belleza, sin drama deportivo, sin interés, sin lágrimas de tristeza o alegría, este documental es todo lo contrario a lo que el fútbol significa.