La segunda versión de Nace una estrella (A Star is Born, 1937) dirigida por William A. Wellman posee muchos elementos destacables dentro de la historia del cine, empezando por ser uno de los primeros títulos en color de todos los tiempos. Fue también la primera película completamente en colores nominada al Oscar a mejor película del año. Aunque no es oficial que sea una remake del film What Price Hollywood? (1932) de George Cukor, el parecido entre ambos films llevo incluso a acciones legales. Lo que sí es seguro es que esta es la película que tendrá luego varias remakes, en 1954, 1976, 2018 y algunas adaptaciones parciales en el medio.
Esther Blodgett (Janet Gaynor) es una joven fanática del cine que sueña con convertirse en actriz de Hollywood. Gracias a su abuela viaja hacia Los Angeles para lograr su sueño, aunque al principio es difícil y debe tener otro trabajo como camarera. Justamente en ese momento conoce a Norman Maine, un actor en decadencia por su adicción al alcohol. En realidad ya se habían visto en el Hollywood Bowl tiempo atrás, pero él no lo recordaba. Inician una relación y él, quien descubre el talento y el carisma de ella, la ayuda a convertirse en estrella sin poder impedir que su propia carrera siga cayendo.
Un detalle interesante es que la película arranca con la imagen de un guión de cine cuyo título es justamente A Star is Born, en la primer hoja se describe la que será luego la primera toma de la película. Y la película cierra nuevamente con el mismo guión y la descripción de la última toma que acabamos de ver más un par de acciones finales que solo leeremos. La modernidad en el cine ya existía en la década del treinta en Hollywood y en el mundo.
Se trata de una película con un notable tono de comedia al inicio, muy al uso de las Screwball comedies que brillaban en esa época del cine de Hollywood. Es la historia de alguien que cumple su sueño, aunque ese sueño tenga un precio mucho mayor del que ha soñado. La película se tuerce lentamente hacia el melodrama y lo hace de forma brillante. La protagonista termina comprendiendo de la manera más terrible lo oscuro que es ser una estrella de cine. A la vez que el protagonista pasa de ser un personaje impresentable a convertirse en uno trágico, que se descubre a sí mismo como alguien sin futuro y como un lastre para la persona que ama. Es muy inusual ver una película con tanto humor al comienzo que luego se termine convirtiendo en un título tan oscuro. Eso incluye un gran guión, un gran director y un grupo de actores brillante, empezando por los protagonistas Janet Gaynor y Fredrich March.
Gaynor y March fueron nominados al Oscar por esta película, ambos ya habían ganado un Oscar anteriormente. También fue nominado William A. Wellman como director y guionista y la película recibió nominación al mejor film del año. Dos premios se llevó, uno de los dos de guión por los que estaba candidateada y un premio especial por su fotografía en color. La dirección de arte es bien representativa de la época y le agrega un lujo y una belleza extra a una película que debería tener un lugar mayor en la historia del cine. Una pequeña joya entre las muchas que hay en el cine de Hollywood de la década del treinta.