La vida de Joaquín no tiene rumbo. Trabaja en la cocina de un colegio pero claramente tiene ambiciones de chef. Su vida afectiva no está mucho mejor. Esa crisis, que incluye un zumbido en su cabeza cuyo origen él desconoce, incluye un posible romance con una chica del colegio donde él trabaja y tiene veinte años menos que él y una relación con una mujer que él conocía de su propia época de estudiante que ahora reaparece en su vida.
Drama con toques de humor y algo de romance, 4 metros tiene, con defecto insalvable, la completa falta de fluidez y credibilidad en cada escena. Como en los programas de la televisión abierta, cada escena se ve armada, falsa, sin vida. No hay manera de meterse en la historia ni analizarla en la medida que cada situación parece marcada por este artificio no buscado.