La joven y el mar es una película que tiene el corazón en el lugar correcto. Noble, simple, movilizante, cargada de emoción y con una humanidad honesta y sin contradicciones. Narra la historia real de Gertrude Ederle, una nadadora extraordinaria, medallista olímpica, que a los veinte años decidió que cruzaría el Canal de la Mancha nadando. Hasta ese momento, ninguna mujer lo había logrado y sólo cuatro hombres habían podido completar el reto de forma registrada. La película que se estrena ahora, está basada en el libro Young Woman and the Sea, de Glenn Stout, publicado en el año 2009. Para interpretar a Trudy Ederle está nada menos que Daisy Ridley y el director Joachim Rønning, el mismo que dirigió la excelente Kon-Tiki (2012) antes de entregarse a productos más exitosos pero menos personales. Acá, el director y la actriz vuelven a su mejor forma, logrando una drama que se mueve entre las reglas del cine de deportes, el drama y la aventura.
La película está producida por Jerry Bruckheimer y Chad Oman, una dupla llena de títulos que han sido furor en la taquilla, para los estudios Disney. Y aunque a priori esto pueda ser una mala señal, la verdad es que aquí Disney recupera algo de su larga tradición de jóvenes heroicos desafiando a la naturaleza. Las películas de aventuras de los estudios Disney han tenido grandes ejemplos en el pasado y esto revive con total eficacia acá. No hay duda de que el guión de Jeff Nathanson está plagado de licencias poéticas, pero tanto cuando se aleja de la realidad como cuando se ciñe a ella, el resultado es igual de impecable. La película se mueve por ese mundo cercano al sufragismo, cuando los derechos de las mujeres todavía estaban muy postergados. En el deporte, en particular, el menosprecio era enorme. Curiosamente, y a pesar de atletas legendarias, como Gertrude, las postergaciones seguirían varias décadas más.
Aunque se trata de una película cuyo final es completamente conocido, La joven y el mar tiene mucho suspenso y atrapa a cada instante. No hay una, sino muchas escenas movilizantes, cargadas de emoción, genuinamente conmovedoras. Sin buscar nada especialmente novedoso, recorriendo lugares seguros de esta clase de títulos. Pero al dar el clavo en cada momento, no hay nada que reclamar, más bien todo lo contrario. La última media hora es todo lo que uno puede pedir a esta clase de títulos. Incluso terminada la película, con los habituales carteles dando más información sobre los personajes, la emoción sigue creciendo hasta las lágrimas. Una gran película que cumple a la perfección con lo que se propone.