No leí el libro, pero tengo una certeza: cuando se habla de belleza en un libro, cada lector, más allá de las descripciones del autor, puede adaptar la idea de belleza o fealdad a su propia concepción de estas. Pero en el cine este sentido se cierra al aparecer los actores. No será ni la primera ni la última historia de ciencia ficción que muestra un mundo distópico donde el sistema combate, ataca o elimina a las personas cuando alcanzan cierta edad. Acá la protagonista es una joven que quiere escapar del sistema que impone una operación de cirugía estética para convertir a las personas en bellas al cumplir dieciséis años, evitando que se vuelvan feas, es decir que envejezcan.
No es un chiste decir que la película es fea. Los actores tienden a ser más lindos que feos, porque así es el cine, y las ciudades futuristas y efectos visuales son francamente horribles. Como ocurrió con Los juegos del hambre, todo amante del cine y la literatura de ciencia ficción verá los fragmentos robados o copiados alevosamente de relatos previos. La diferencia es que aquella película, algo de calidad y fuerza dramática le permitían salir airosa. La novela en la que se basa Los feos es la primera de una tetralogía, por lo cuál existe el peligro de que este terrible largometraje sea el comienzo de una saga. El director es McG, quien alguna vez tuvo un rasgo de linda locura en uno de sus largometrajes de Los ángeles de Charlie. Ya no la tiene.