Cine Argentino

Adán y la serpiente

De: Carlos Hugo Christensen

Adán y la serpiente es una comedia argentina dirigida en 1946 por Carlos Hugo Christensen. El guión es de César Tiempo, basado en La Dama Blanca, de Guglielmo Zorzi y Aldo de Benedetti. Se trata de una comedia sexual de avanzada para su época que se convirtió en la primera película argentina Prohibida para menores de 18 años. La exhibición de este largometraje fue prohibida en Chile. Aunque hoy, por supuesto, no tendría ni de cerca una calificación así, sigue siendo una comedia para público adulto por ser casi un verdadero canto al doble sentido sexual.

Los protagonistas son un matrimonio (Enrique Serrano y Tilda Thamar) que deciden irse de vacaciones aceptando los caprichos de él. Para su descanso, él elige un hotel en Mendoza que por estar lleno, sólo les ofrece habitaciones separadas. Para él, un mujeriego empedernido, esto resulta una gran noticia debido a un rumor que circula en el hotel. El fantasma de una Dama Blanca visita aleatoriamente a los huéspedes masculinos del hotel. Mientras que las mujeres desprecian este cuento, los hombres enloquecen por alojarse allí. Nadie sabe a ciencia cierta si es un mito o una verdad.  

Esta comedia parece un borrador de las muchas comedias picarescas que llegarían más adelante al cine argentino y de las cuales hay muchos ejemplos en otros países. Mantiene el concepto del marido pícaro y la venganza de la esposa, pero siempre basándose en la naturaleza inequívocamente infiel de los hombres. La pareja protagónica es ridículamente despareja, ya que no solo se llevan treinta visibles años, sino que el gran Enrique Serrano es muchas cosas pero no un galán y Tilda Thamar es una de las actrices más bellas de toda la historia del cine argentino. Es cierto que el amor es ciego, pero la película un poco se burla de esta diferencia para hacer todavía más ridícula la actitud de él. De algún modo, Adán y la serpiente es lo que Stanley Cavell llamó una comedia de rematrimonio. El Dr. Tomás “Tomasito” Uliga no parece valorar a su mujer y Susana trocará sus celos tolerantes en una avanzada que cambiará toda la mirada machista de él.

Es una de las comedias más osadas de aquel período porque aunque no se dice nunca, la Dama Blanca tiene sexo con cada hombre que visita y aunque en un inicio algunos creen que puede ser un fantasma, su presencia carnal es demasiado evidente. Los hombres, en particular los mayores, se desesperan por la visita, salvo el puritano Atila González (nada menos que Tito Gómez) que intenta capturar a la dama y terminar con sus visitas. Hay muchas mujeres bellas en la película, incluyendo a Olga Zubarry y algún galán todavía sin explotar, como Alberto De Mendoza, pero la atención está puesta en el cómico Serrano y en la también efectiva pero además muy bella Thamar. Una comedia que puede parecer naif vista hoy, pero cuya historia no deja de tener osadía. Basta ver como el puritano deja de serlo para disfrazarse de fauno en la fiesta de disfraces para confirmar el espíritu libertino de esta película.