TRES SON MULTITUD
En Un oso rojo, dirigida por Israel Caetano, la hija del protagonista tenía un acertijo con tres monedas. Acertijo que encerraba de alguna manera una metáfora del film. Aquí hay nuevamente un acertijo, esta vez, a resolver con lápiz y papel. En aquella película la niña no podía resolver el acertijo y la nueva pareja de su mamá tampoco podía hacerlo. Su padre, sin embargo, tenía la solución. Aquel era un héroe romántico, que sabía como solucionar los problemas, pero que no podía integrarse a su familia. Solucionaba el problema a los otros y se iba solo, al mejor estilo de los héroes trágicos de John Ford. Acá es diferente, acá el padre no sabe como resolver el acertijo y, aunque intenta por todos los medios de resolver este conflicto de tres partes (padre-madre-hija, claramente), no obtiene el resultado. Tampoco la hija, por más que se esfuerza, consigue resultado alguno. No hay solución posible para ese trío protagónico, al que hay que sumar a la madre (Natalia Oreiro, simplemente brillante en su sobrio papel), quien tampoco sabe, aunque no conoce el acertijo, cómo pueden estos tres personajes compartir un mismo techo. Los padres ya están separados desde el comienzo del film, cada uno en su propia historia, pero momentáneamente la historia los vuelve a reunir, generando algunos cambios positivos, aunque fracasando en el camino hacia un final feliz. Film inclasificable, Francia parece coquetear con la comedia romántica, pero apenas, y la reunión forzada bajo el mismo techo también amenaza con llevarnos a un final feliz. Todos pequeños esbozos, ya que mayormente la película alterna el drama con el humor, un tempo particularmente moroso en los diálogos y varias escenas esto es lo más notorio a nivel estético exploran llamativamente formas nada clásicas de resolver situaciones. No se la puede llamar film de género, cosa que habitualmente sí se percibe en la obra anterior del autor y queda bastante claro que Caetano está a la búsqueda de planteos estéticos de riesgo. Este riesgo, valioso y hasta saludable, no encuentra sin embargo un buen resultado en algunas escenas que, algo raro en el director, no logran impactar emocionalmente o mostrar claramente su rumbo. El final, nada clásico, es sin embargo uno de los momentos más bellos de la película, un homenaje y declaración de amor a esa nena que, como todos los niños del mundo, merece ser feliz.