G20 (Estados Unidos, 2025) es uno de esos largometrajes que deben haber producido alegría a la hora de pensarlos pero cuyos resultados están por debajo del sueño inicial. El título es perfecto, increíble que no haya una película de acción anterior que lo haya utilizado. Los afiches con la protagonista, Viola Davis interpretando a la presidenta de Estados Unidos en una pose estilo Chuck Norris en la década del ochenta, son una promesa de descontrol que se queda a mitad de camino. El concepto, como el nombre lo indica, es una situación de emergencia en la cumbre del G20 en Cape Town, Sudáfrica. Los líderes mundiales son tomados como rehenes por un grupo de terroristas que intenta destruir la economía mundial para obtener una ganancia descomunal en cripto monedas. Pero la presidenta Danielle Sutton (Viola Davis) consigue escapar e inicia la resistencia contra el grupo al mismo tiempo que debe rescatar a su familia, que está en el hotel de la misma cumbre.
Se ve claramente una combinación de dos clásicos del cine de acción, empezando por Duro de matar (Die Hard, 1988) una de las películas más influyentes del género desde hace décadas. Y también tiene un poco de Avión presidencial (Air Force One, 1997) en este concepto de mandatario héroe de acción. Pero en su estilo algo ridículo y de segundo nivel la película debería ser asociada a la trilogía de Ataque a la casa blanca (Olympus Has Fallen, 2013) con Gerard Butler. La ganadora del Oscar Viola Davis en el rol principal juega a sacarle el jugo a todo un universo de películas, como lo ha hecho, por ejemplo, Liam Neeson. Es decir alguien prestigioso capaz de moverse en otro universo. Ella, por supuesto, trabaja bien y es creíble cuando el guión se lo permite. A la trama se la agrega el drama de que ella es considerada una heroína de guerra pero en realidad ella no se ve así, por lo cual siente culpa al ocupar un lugar tan importante como es la presidencia debido principalmente a esa imagen de mujer militar todopoderosa.
Nadie en su sano juicio puede desear que una película así no funcione. Todos queremos volver una y otra vez a esas grandes películas de acción con protagonistas que lo resuelven todo. Pero la trama se vuelve algo pesada y el villano, Rutledge (Antony Starr, famoso por su rol en The Boys), sinceramente no le importa a nadie. La película no falla todo el tiempo, pero está muy lejos de aprovechar el potencial que la actriz y la idea tenían. Ver a los presidentes del mundo en medio de una situación así tiene su gracia y el discurso contra los países poderosos tiene algo de picante, aunque luego sea razonablemente aplastado por las certezas de la señora presidenta. ¿Queremos a Viola Davis en zapatillas en películas de acción? Sí, por supuesto, pero contraten guionistas y directores, por favor.