Melissa (Annaleigh Ashford) trabaja como maquilladora en un programa de TV de la tarde, de esos que buscan casos reales e intentan que sus invitados lloren en cámara. A ese estilo de programa llama un día Keith Jesperson (Dennis Quaid), un criminal conocido como el “Asesino del Rostro Feliz (Happy Face)” por su hábito de dejar en las escenas del crimen o enviarle a la policía una carita feliz. Jesperson está condenado a cadena perpetua por haber asesinado a ocho mujeres en los años noventa. Melissa, la maquilladora, es su hija y ha cortado todo contacto con él. Su marido, Ben (James Wolk), les ha dicho a sus hijos –la adolescente Hazel (Khiyla Anne) y Max (Benjamin Mackey), de nueve años– que el abuelo ha muerto. Para el show de televisión, tener esta historia es algo irresistible y le ruegan a Melissa que retome el contacto con su padre. ¿Por qué Jesperson quiere contactar a su hija? ¿Hay algo nuevo por descubrir? ¿Esconde ella también secretos del pasado en común?
La miniserie está basada en la historia verdadera de Melissa C. Moore y su padre Keith Jesperson. Con muchas licencias poéticas para armar una serie interesante, Happy Face tiene apuntes interesantes producto del material de base y se mueve de forma despareja entre lo original y lo conocido. El true crime es un género en pleno auge y esta serie se suma a una variable que tiene mucho potencial. La propia Melissa C. Moore ha explotado esta historia varias veces hasta encontrar la posibilidad de transformarla en una serie. Hay cierta ambigüedad en ponerle tanta simpatía y diversión a este drama terrible, más cuando sabemos que la productora y guionista está haciendo de estos asesinatos un negocio. Pero a la vez que sea su propia historia permite algunos detalles que son atractivos para el espectador. Cuando la serie intenta abrir más el juego pierde fuerza y cuanto más se aleja del centro de interés todo se resiente. Como dato final, el verdadero asesino Happy Face era muy alto y grande, algo que fue motivo de burla desde que era pequeño. Dennis Quaid en el aspecto físico infunde menos miedo, aunque su trabajo actoral sea correcto. La gran pregunta acerca de cómo se puede ser familiar de un monstruo va mucho más allá de este caso y es con esa pregunta que Happy Face se vuelve atractiva, más allá de las respuestas que da.