Black Mirror es una serie que ya no necesita presentación, su estructura y sus temas son bastante conocidos. Pero como el público se renueva hagamos un repaso rápido. La serie creada por Charlie Brooker impactó en todo el mundo con sus tres episodios unitarios iniciales en el año 2011. Fueron los británicos los que terminaron imponiendo las temporadas de pocos episodios, una característica de la era del streaming. Pero Black Mirror es anterior a ese esplendor y luego del éxito de la temporada inicial se hizo una segunda que la terminó convirtiendo en una serie de culto. Los fans esperaban una tercera pero en su lugar solo tuvieron un especial de Navidad de noventa minutos. La temporada tres marcaría la nueva etapa de la serie, a partir de allí en manos de Netflix. Las temporadas se volvieron en algunos casos el doble de largas y la repercusión aumentó considerablemente en un comienzo y luego se volvió una franquicia más del streaming, incorporando incluso un largometraje interactivo interesante en la teoría y aburrido en la práctica.
La temporada siete tiene seis episodios que repiten virtudes y defectos de las anteriores temporadas. El capítulo inicial tiene el impacto emocional necesario para conectar nuevamente con la serie, pero expone ya el principal problema y es la duración de los episodios. La herencia de La dimensión desconocida (The Twilight Zone) y este tipo de series nos recuerda que cuanto más absurda sea la historia, más importante es que sea divertida y corta. Todos los episodios de Black Mirror entran en crisis a la mitad y se vuelven aburridos. Luego algunos retoman y otros pierden por completo el interés. Algunos, como ha ocurrido desde el comienzo de las series de antología, terminan siendo ridículos y sin sentido.
Una pareja cualquiera. Amanda (Rashida Jones) y Mike (Chris O’Dowd) son una feliz pareja que desea tener un hijo. Amanda enferma de un tumor cerebral incurable. Mike acepta una oferta de la startup Rivermind: Amanda será operada gratuitamente con un tratamiento nuevo y el tejido cerebral afectado será reemplazado con tejido sintético. Por una cuota mensual, la función cerebral perdida se transfiere inalámbricamente a Amanda desde los servidores de la empresa. La alegría inicial se convertirá en angustia cuando los servicios de la empresa comiencen a volverse cada vez más caros. El episodio tiene un tono amargo aunque al mismo tiempo ironiza acerca de cómo todos los avances gratuitos fueron volviéndose cada vez más onerosos a medida que atrapaban a los clientes. El episodio es demasiado largo, pero funciona finalmente.
Béte Noire. María (Siena Kelly), investigadora de una empresa chocolatera, se encuentra con Verity (Rosy McEwen) durante una prueba grupal, una ex compañera de escuela. María empieza a descubrir pequeñas diferencias en su vida con respecto a lo que recuerda, y pronto encuentra errores similares en su trabajo. Culpa a Verity, a quien ahora reconoce como una compañera antisocial de la que se burlaban. Poco a poco empieza a descubrir que su vieja compañera no está ahí por accidente, sino que está planificando una venganza. La trama se entiende en diez minutos y luego se extiende demasiado para rematar en un final completamente absurdo y nada gracioso. Una pérdida de tiempo total.
Hotel Reviere. Es el mejor episodio y al mismo tiempo el que destruye el espíritu de la serie. Como ocurría con el episodio 4 de la temporada 3: San Junipero, la historia de amor es más fuerte que la premisa. Hotel Reviere es un film clásico de la década del cuarenta, una especie de Casablanca en versión algo paródica. En un mundo donde la historia del cine no le importa a nadie, la poseedora del catálogo del estudio no tiene a quien venderle sus películas. Acepta entonces que una empresa de alta tecnología lleve adelante un innovador pero polémico proyecto. Realizar una nueva versión de la película pero en lugar del galán blanco, el rol principal lo hará Brandy Friday (Issa Rae), una mujer afroamericana muy popular deseosa de tener su gran protagónico. La rareza es que ella es metida en la recreación digital de toda la película en reemplazo del actor original y todo el elenco actúa como si no hubiera diferencia con el cambio. La película se recrea en vivo y la única consciente de lo que pasa es Brandy. Pero las cosas rápidamente se saldrán de pista y los límites entre la ficción y la realidad se irán torciendo, poniendo en riesgo todo el proyecto y la vida de la actriz. Es un episodio rico en matices y sorpresas, preocupado más por la historia de amor que por la tecnología, a la que solo usa de excusa. Sí es cierto que con sutileza realiza apuntes irónicos acerca del casting daltónico y la cultura woke, así como también contra la moda de romper los clásicos. “No digas contenido, me hace vomitar” dice la dueña del estudio cuando le llevan el nuevo proyecto. Sí, Netflix es criticado en este episodio que produce, lo que al fin y al cabo es una crítica sin filo, sólo un poco de demagogia algo cínica. Qué el episodio que más se aleja del corazón de Black Mirror sea este, indica que la serie agotó gran parte de su crédito. Pero lo mismo había pasado con San Junipero. Algunos dirán que no son los mejores, sino lo contrario, los más blandos de las siete temporadas.
Juego. Cameron Walker (Peter Capaldi) es sorprendido robando en una tienda, la policía lo arresta y descubre que es buscado por el asesinato de una persona que no han podido identificar. Interrogado, Cameron explica su pasado, que condujo a los acontecimientos actuales. De joven, Cameron trabajó como crítico para PC Zone. Sus escritos captan la atención del excéntrico programador Colin Ritman, de Tuckersoft, quien lo invita a reseñar su último juego. Colin le muestra a Cameron un juego de simulación de vida llamado Thronglets, un juego sin conflictos ni objetivos, sino simplemente ayudar a criar a las criaturas digitales, que, según Colin, son formas de vida completamente digitales. Cuando Cameron comienza a jugarlo todo cambia para siempre. La anécdota del episodio se podía haber contado en menos de media hora y este episodio es la prueba de la extensión excesiva de cada capítulo.
Apología. El lujo actoral de tener a Paul Giamatti no alcanza para sostener este drama donde la tecnología permite meterse en las fotos como si fuera una especie de Blow Out o Blade Runner en clave drama romántico. Phillip (Paul Giamatti) se entera de la muerte de su exnovia, Carol, a quien no había visto ni recordado en décadas, a manos de la empresa tecnológica Eulogy. Para ayudar a la familia de Carol a crear un homenaje, Eulogy solicita la contribución de Phillip a través de sus recuerdos en fotos. A medida que busca esas fotos la empresa le permite meterse en ellas para rastrear la memoria de Carol, pero las fotos no parecen ser muy precisas y el dolor de Phillip, a pesar de los años, parece estar intacto. Un gran drama teatral a pesar del uso de la tecnología. Giamatti hace su trabajo y a otra cosa.
USS Calister: Infinito. Primera secuela directa de otro episodio de Black Mirror: USS Calister, Episodio 1 de la temporada 4 de la serie. La tripulación del USS Callister, avatares clonados digitalmente de empleados de Callister Inc., creadora de un videojuego en torno a la nave, ha entrado en Infinity, una versión multijugador masivo en línea. Para sobrevivir entre las micro transacciones, asumen el papel de piratas y roban a otros jugadores. Al carecer de gamer tag, son blancos fáciles para los jugadores. Se dan cuenta de que, para sobrevivir, necesitan hackear los servidores de Infinity y crear su propio espacio virtual. Para ello, primero deben recuperar a Walt, un clon digital del director ejecutivo de Callister, James Walton, y luego usar la información que Walt conoce para viajar a través del “Corazón de Infinity” y llegar a este espacio. Un episodio ideal para gamers que no tiene ningún interés aunque el ritmo de la narración está logrado. Nadie recuerda con tanta precisión un episodio del 2017 como terminar de entender lo que pasa, pero siempre está la opción de retroceder y buscarlo, aunque no vale la pena. La diferencia estética entre ambos episodios muestra cómo ha cambiado Netflix en todos estos años. Y también cómo han envejecido en la realidad y fuera de ella los actores de ambos episodios.
Mientras que muchos sueñan con tomar algunas ideas de Black Mirror para volverlas largometrajes, la propia serie está haciendo episodios largos que ya casi son películas, aunque sin la eficacia narrativa de estas. Como todas las series de antología, sus posibilidades no tienen límites, incluso cuando cada episodio en sí mismo se vea limitado. La reflexión sobre el lado oscuro de la tecnología se ha ido deshaciendo poco a poco, tal vez porque una inteligencia artificial está ahora a cargo del proyecto y nadie quiere insultar a los que mandan. Las profecías de Black Mirror tal vez ya son una realidad.