Peliculas

LA OSCURIDAD

De: Brad Anderson

LA LÁMPARA EN EL CANDELERO

La película pareciera exponer, de manera velada por el suspenso, el destino de los sobrevivientes de una especie de ataque de oscuridad que provoca la inmediata muerte del cuerpo y una suerte de condena para las almas de esos cuerpos que quedan varadas llamando a los que se refugiaron en la luz. Ese hado de los supervivientes, representado en cinco personajes, se divide en: aquellos que adoptan una estrategia de defensa personal y agresión para con los demás, justificada por pequeños gestos solidarios, tranquilizadores para sus conciencias, mas en definitiva, lo que hacen es “poner la luz bajo el celemín”; y por otro lado los que escuchan la llamada auténtica (veremos que los que pertenecen al grupo anterior son atraídos por voces engañosas), y siguen su historia en un camino de amor y encuentro.

A partir de este grupo se revelará que la verdadera defensa contra la amenaza de la oscuridad y la posibilidad de vivir en ese camino mencionado es la intercomunicación y solidaridad entre ellos. Punto que nos lleva a directamente a las dificultades que presentan los personajes del primer grupo, quienes parecen encontrar un líder en un periodista, estrella de una cadena de noticias, recién separado de su mujer por haber privilegiado el éxito laboral llamado Luke (Hayden Christensen, un guiño nominal que no incomoda demasiado); una fisioterapeuta, recuperada de una adicción, que por la causa mencionada perdió a su bebé llamada Rosemary (Thandie Newton); y Paul (John Leguizamo), un empleado de una cadena de cines, encargado de operar los proyectores de las películas, que busca el amor de una mujer. En el segundo grupo, que se irá perfilando durante el transcurso del relato para constituirse definitivamente hacia el final de la película, tenemos a un niño, cuya madre es la dueña del bar donde todos los personajes recalan (porque tiene un generador de luz autónomo), pero que “se fue hacia la Iglesia porque allí iba a encontrar ayuda” y ha dejado a su hijo James (Jacob Latimore) a su espera; y Briana, una niña con una linterna, que se cruza en varias oportunidades con los demás personajes y estos no logran verla por estar tan ensimismados.

La película pareciera perderse en las discusiones de los personajes que no hacen más que confirmar los esquemas trazados desde el inicio. Una vez expuestas las características antes mencionadas, los integrantes del primer grupo no muestran otros matices, otras salidas posibles sino que se tornan un poco previsibles. Los que sorprenden son James y Briana. James, sostenido por el amor a su madre, la confianza en la espera (que podría resultar infantil, ilusoria, considerando que a su alrededor la oscuridad avanza y todo el mundo parece haberse desvanecido en la oscuridad), en que ella “debe estar en la iglesia”. Esta certeza que James tiene resulta creíble, porque tiene gradaciones, no es una convicción ciega. La confianza de James es sincera y cuando alguien cree o ve con claridad no le queda otra que dar la vida, lanzarse a ese abismo con la certidumbre en el amor. Eso hace James y a toda costa se mantiene con vida para ir hacia la iglesia, símbolo femenino, maternal, de luz, que lo atrae y espera deparándole un encuentro esperanzador.