EL LADO CLARO DE LA LUNA
Hubo un tiempo antes de Glee y, aunque cueste creerlo, no fue hace tanto. Fue el año 2009 cuando de forma explosiva y espectacular la serie salió al aire por primera vez y se convirtió en un éxito sin precedentes que pasó de dominar la televisión a instalarse en el mercado musical batiendo todos los récords imaginables en ventas. La alegría de muchos fue la indiferencia de varios y el desprecio de otros tantos. A mí particularmente la serie nunca me gustó, no tanto por las canciones o números musicales sino por el resto. Con notable velocidad, el éxito en la televisión y la música desembocó en esta película. Por suerte, no se trata de una ficción que intenta resumir en noventa minutos toda una serie con una pequeña historia, sino el registro documental en formato 3D de la gira del joven elenco. Si acaso la serie invitó desde su origen a superar los prejuicios y apostó a la integración y la inclusión, hay que decir que este documental hace lo mismo. Tanto el más desconfiado de los espectadores como el más cínico de los críticos deberán vencer sus prejuicios y rendirse frente a la evidencia. La clara potencia de esta película y el carisma de los cantantes arrasan con todo, tan simple como eso. Canciones memorables con nuevos arreglos y un despliegue visual arrebatador. En cuanto a la experiencia del 3D, la intención de los realizadores es clara y emblemática. En la película uno no siente que está en el escenario, sino que se ubica con el público. Excelente idea para usar el 3D y mostrar no la fantasía de estar arriba, sino la alegría de estar presenciando el concierto. Las primeras dos canciones ya son capaces de arrancarle una lágrima de emoción a cualquiera y las historias que se van contando a lo largo de la trama refuerzan el espíritu que anima a la serie y a esta película.
Sí, Glee es un gigantesco negocio, pero lo es a partir de sostener un discurso humanista noble, valioso, vital. La sensación que trasmite Glee 3D es la de desear vivir. Mucha gente, muchos adolescentes, habrán sentido en algún momento que el mundo les daba la espalda y los dejaba sin luz. Glee captó esa angustia y a la vez captó la euforia y la energía de la gente. Con una selección de algunas canciones extraordinarias y otras no tanto, la película es un huracán de fuerza y emoción. La aparición sorpresiva de una gran actriz (que también trabajó en la serie) es un regalo extra para este concierto-película que se pasa volando. No es sólo el show lo que conmueve, es el discurso detrás de ese show. Glee 3D logra algo muy difícil de transmitir en el cine: la alegría de vivir. No deberíamos subestimarlo.