LAS DOS CARAS DEL DESAMOR
Desde lo estético el film plantea un comienzo con especial interés en el plano detalle, en parte para resaltar que todo, incluso un matrimonio, está hecho de dichos detalles. Pero en parte porque también quiere guiar al espectador por los caminos de un largometraje con dos puntos de vista. Y desde ese comienzo la película tensa las cuerdas entre lo que quiere contar y la forma que elige para hacerlo. El realizador dice haberse inspirado en el Ulises de Joyce y aunque hay algunas referencias de estructura y puntos de contacto, claramente es solo una inspiración, ya que no reconocerá el espectador el libro en esta historia si no recibe esa advertencia previa.
Matrimonio es la historia de una crisis, la historia de Molly como en el libro de Joyce- interpretada por Cecilia Roth y Esteban, interpretado por Darío Grandinetti. Son un matrimonio que parece haber llegado a un punto de no retorno y el film narra un día, el mismo día pero por separado, en la vida de ambos. No hay especial sutileza en el relato y hay cosas que quedan expuestas de forma demasiado directa. La inverosimilitud de muchas de las escenas y de los personajes secundarios que aparecen entran en contradicción con la crudeza realista con la que se describe la amargura de la vida conyugal. Son lo peor de la película los diálogos con esos personajes secundarios, lo forzado de la propuesta con el fin de que la lógica del relato cierre perfecto. Aun así, y con limitaciones y fallas, algunas de estas ideas llegan a encontrar un sentido no exento de emoción e inteligencia. Los actores protagonistas tienen sobrado oficio y pueden jugar bien los roles que sin duda sostienen la trama, pero eso solo no alcanza. Quien apuesta se arriesga a perder y aunque hay aciertos en Matrimonio, lo cierto es que el arte se mide por los resultados y aquí hay que decir que son regulares.