Peliculas

EN TRANCE

De: Danny Boyle

GIROS SIN SENTIDO

En trance comienza como una fina e irónica película de robos de obras de arte. La voz en off del protagonista así lo anuncia. Simon (James McAvoy) trabaja para una casa de subastas y explica el protocolo a seguir en caso de intento de robo durante la subasta. Como se puede imaginar fácilmente, la historia llegará pronto a una subasta y a un intento de robo. Una banda liderada por Franck (Vincent Cassel) lleva adelante la tarea pero descubre que el cuadro ha desaparecido, que se han llevado un envase vacío. De ahí en más buscarán que Simon diga que hizo con el cuadro, ya que él estaba a cargo del protocolo para proteger la obra. Ahí descubrimos que no se trata de un film de robo de guante blanco, ya que una escena de tortura alcanza para alejarla de ese género. Es el momento en que nuestras esperanzas de sutileza, tono juguetón y simpatía se desvanecen por completo. Pero es tan solo el comienzo de los problemas. El conflicto que surge allí es que Simon, quien recibió un golpe durante el robo, no recuerda que hizo con el cuadro. Para recordarlo, tienen la idea de consultar a Elizabeth, una experta en hipnosis (Rosario Dawson) que rápidamente descubrirá la motivación y el dinero en juego y querrá ser parte. Como llegan tan rápido a la hipnosis, eso lo sabrá el espectador más adelante. Todo esto ocurre de forma veloz en los primeros minutos del film. Danny Boyle, el mismo de Trainspotting y Slumdog Millonaire, tiene oficio narrativo y lo demuestra. El problema será la historia. A cada minuto la película se vuelve más inverosímil, pero no en un sentido ligero y agradable, que sin duda le había venido bien y que el propio Boyle supo imprimirle incluso a sus más duras películas. Las escenas son ridículas y los giros de la trama pasan de absurdos a ofensivos, terminando por ser lisa y llanamente aburridos. Muy aburridos. Es muy difícil no sentirse estafado como espectador y es verdaderamente complicado no enojarse con la manera en la que el film saca de la galera cosa cada vez más forzadas. Para peor, la alteración del punto de vista inicial no es otra cosa más que la forma burda en que el largometraje se cree que puede hacer cualquier cosa, total nadie se va a dar cuenta. Tan berreta termina siendo En trance que hasta sirve como ejercicio para que el espectador muestre su habilidad para descubrir agujeros de guión. La falta de rigor y la creación a las apuradas no puede ser disimulada por el oficio de quienes la hicieron, En trance no tiene ninguna clase de coherencia o rigor, ni tampoco sirve como entretenimiento.