LA TRISTEZA DE LOS CHICOS RICOS
Sofía Coppola, ganadora del Oscar a mejor guión por Perdidos en Tokio, entre muchos otros premios, ha dejado de ser la hija de Francis Ford Coppola a la hora de las presentaciones y sólo se menciona a su padre porque aquí, una vez más, oficia de productor con su mítica compañía Zoetrope. Pero no hay dos cineastas más distintos y Sofía poco hereda de los temas o el estilo del padre. Cineasta que representa bien los tiempos que corren, Coppola se ha obsesionado con el malestar de una adolescencia que lo tiene todo pero a nivel emocional parece no tener nada. Sus personajes femeninos desde Las vírgenes suicidasa Adoro la fama, pasando por María Antonieta, tienen en común una angustia y una conducta inesperada a pesar de que nada parece faltarles. Incluso la protagonista de su mejor película, Perdidos en Tokio, era una joven aburrida en un mundo sin carencias económicas. En Adoro la fama toma una historia real para llegar más lejos. Ya no es melancolía convertida en tristeza, es melancolía convertida en delito. Jóvenes que salen a robar casas de ricos y famosos que representan en muchos casos la banalidad misma. Para muchos, Sofía Coppola podría ser considerada una cineasta con poca perspectiva social, pero dicen que si uno pinta su aldea pintará el mundo, y ella habla del mundo que conoce. Y por extensión del mundo en general. Sus personajes muchas veces autodestructivos, lo tienen todo y podrían ser felices al tener muchas cosas solucionadas, pero la directora nos demuestra que esto no es así, y en que en mundo de desigualdades, los hijos de ricos, los que heredan un privilegio, no consiguen tampoco ser felices. También hay una idea sobre la amistad, el dinero, y sobre todo el poder. Sin ser la más lograda de las películas de la directora, si hay que decir que es una película llena de ideas y hecha con una madurez que pocos directores tan jóvenes logran. Por supuesto también incluye, como siempre en Coppola, una enorme carga de melancolía. Si hay mucho de autobiográfico en la clase social y los conflictos que la directora plasma es difícil de precisar, pero su obra respira autenticidad. La protagonista es Emma Watson, que dicho sea de paso demuestra una vez más que la fama lograda en la saga de Harry Potter no logró encasillarla en su rol y tiene aun mucho más para dar.