CIENCIA, INTELIGENCIA, CORAJE
La ciencia ficción podría dividirse entre las películas que son religiosas y aquellas que no. Esto no las hace ni buenas ni malas, son dos ideas muy fuertes que suelen dividir a la ciencia ficción. Misión: rescate, como muchos otros films del género, no tiene a la religión como centro, ni eje moral, ni elemento primordial de la trama y sus protagonistas. En Misión rescate (Insólito título en castellano para The Martian) el astronauta Mark Watney (Matt Damon) es dado por muerto cuando una terrible tormenta compromete a todo su equipo que debe huir lo más rápido posible del planeta Marte. Por un error imposible de detectar, el equipo no tenía manera de saber que estaba aun con vida. No será menor la sorpresa y la angustia cuando se enteren de que está vivo. Desde la NASA intentarán entonces rescatarlo, pero las posibilidades de hacerlo son escasas. Watney, botánico de profesión, deberá buscar la manera de sobrevivir el tiempo suficiente hasta que desde la Tierra adivinen cual es la manera más rápida de rescatarlo. La distancia entre el planeta de origen y Marte es tan grande que las fechas que se manejan son de meses o incluso años. Para conseguir el objetivo se necesita mucha inteligencia, valentía, voluntad política, coraje y solidaridad. Valores que no siempre van de la mano y que deberán ser equilibrados en una carrera contra reloj. En la más pura tradición de cine clásico, la historia de The Martian avanza no con reflexiones ni conjeturas, sino con acciones concretas. No hay preguntas metafísicas ni cuestionamientos acerca de la condición humana. Nadie se sienta a pensar acerca del sentido de la existencia, y si lo hace, no está expresado en palabras. No significa que la vida no tenga sentido, sí lo tiene, y eso se ve en muchas escenas, en base a las cosas que más le importan a los personajes, las que más valoran. Los protagonistas de The Martian son científicos o conviven con científicos. Entran en conflicto entre sí y también toman decisiones polémicas, pero siempre por razones prácticas y concretas. No hay religión para estos personajes, no hay Dios vinculado con lo que les pasa. El crucifijo no sirve para rezar, sirve para hacer fuego. Es la inteligencia del ser humano lo que lo saca adelante, su coraje, su conocimiento, su fuerza. El personaje protagónico es un héroe solitario convencido y valeroso. Como un Robinson Crusoe en Marte, vive pensando, vive planificando, vive buscando soluciones y salidas. Tanto él, como todos los demás personajes, son el emblema del profesionalismo, el elogio de la inteligencia práctica. Qué estimulante y novedoso es ver una película que evitar caer en reflexiones supuestamente profundas en una historia que no lo requiere. Los responsables de The Martian son el director de la película, el británico Ridley Scott, un gigante del género, el mismo de Alien y Blade Runner, dos clásicos de la ciencia ficción, parte de su imprescindible aunque despareja filmografía. El guión es de Drew Goddard, creador de La cabaña del terror (Cabin in the Woods. Y el elenco es un seleccionado de actores clásicos y sólidos, de esos que hacen su trabajo sin estridencias ni pretensiones mágicas, lo mismo que ocurre con sus personajes en la película.