EL CAMINO DEL EXCESO
Hay una distancia muy corta entre el arte elevado y la basura. Y la basura que contiene el elemento de locura es, por esta misma razón, más cercana al arte. dijo Douglas Sirk, el incomparable cineasta alemán, el más grande creador de melodramas en la década del cincuenta en Hollywood. Cuando empieza Desearás al hombre de tu hermana se adivinan rápidamente elementos de delirio, exceso y dudoso gusto. Una nena tiene su primer orgasmo mientras mira una western en televisión junto con su hermana. Cae al suelo y su hermana desesperada llama a la madre que correr por la casa envuelta en una enorme serpiente. La escena inicial anuncia que no estamos frente a una película estándar, un producto comercial mediocre lavado y sin riesgo. No le lleva ni un minuto a la película inquietarnos, incomodarnos, ubicarnos en un espacio diferente.
Pero este es solo el comienzo, porque toda la película irá por ese camina, generando siempre sensaciones encontradas. No se puede terminar de entender si estamos frente a un melodrama sirkiano o frente a uno más moderno como puede ser el almodovariano. Como sea, Pedro Almodóvar es heredero de Douglas Sirk, solo le agregó humor, producto de los tiempos modernos, incapaces de abrazar en serio el exceso. No son pocas las escenas en las que el humor es intencional y tampoco son pocos los momentos donde no sabemos si estamos frente a un momento dramático. Tal vez las dos cosas al mismo tiempo.
Lleva unos minutos adaptarse a ese incomodidad, es cierto, y estar todo el tiempo al límite hace que la película se vuelva por momentos un delirio algo fallido. Pero la suma de estos momentos insólitos la va volviendo cada vez más coherente y poderosa. Bastaría ser consciente del título Desearás al hombre de tu hermana para entender en qué lugar se ubica la película. El título mismo se enfrenta al mandamiento que decía no desearás a la mujer de tu prójimo. De hecho al tratar de recordar el título de la película más de un espectador confundirá las palabras. Un trío de mujeres sexualmente complejas, intensas, desatadas, es algo poco común, mucho más raro en el cine argentino. La sexualidad es intensa y está presente en toda la película, no hay escena donde la sexualidad no irrumpa y forme parte, lo que también inquietará a más de un espectador. La incomodidad es comprensible, pensar que por eso la película es mala es otra cosa. La película apuesta a esa incomodad que el humor no hace más que subrayar.
Como escribió William Blake en El matrimonio del cielo y el infierno:El camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría. La película adquiere dimensión e identidad al abandonar el terreno seguro del film erótico estándar fácil de digerir. Sin duda perderá espectador, será víctima de burlas y el puritanismo le saltará a la yugular sin dudarlo. No es una locura, la película provoca todo el tiempo, nos saca del espacio seguro, genera escenas para movilizarnos, nunca se estabiliza o se duerme. El espectador tampoco puede quedarse tranquilo, también debe jugar el juego. Porque Desearás al hombre de tu hermana es un melodrama, un género que hoy parece olvidado, pero como ya mencionamos, ha dado obras maestras en Griffith, Sirk, Stahl, Fassbinder, Almodóvar, entre otros. El melodrama es excesivo, inverosímil, grosero, violento, con un gusto dudoso, pero siempre dominado por los sentimientos de los personajes que se apoderan de toda la lógica del relato y su entorno. La extraordinaria ambientación de la película, la locación elegida, la luz de la película, la banda de sonido que incluye varias canciones de los setenta, todo contribuye al tono de la película. Lo más perturbador para algunos, pero más luminoso para otros, es que la película se mueve de la moral del melodrama al volverse más libertina, lejos también del castigo que le correspondería a los personajes en una historia como esta. Hasta la última escena, la película juega entre el melodrama y la comedia y se eleva como una historia amor fraternal e incondicional entre dos hermanas. Esa es su estocada final a los espectadores más reaccionarios pero lo que la convierte en una obra vital, única, diferente a los códigos del cine nacional.