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DARK

De: Baran bo Odar

LA FILOSOFÍA DEL VIAJE EN EL TIEMPO

En una de las escenas de Dark un personaje cita la parábola taoísta alguna vez recordada por Jorge Luis Borges en uno de sus textos: “Pienso en aquel Chiang Tzu que soñó que era una mariposa y que no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.” No será la única vez en la que un autor como Borges venga a nuestros pensamientos durante la serie. La nueve producción de Netflix, la primera hecha en Alemania, es una apuesta a la ciencia ficción y uno de sus temas más apasionantes: El viaje en el tiempo.

Desde el afiche la desaparición de dos niños conlleva una pregunta inquietante: “No se trata de donde están, sino de cuando están.” Dark es un policial acerca de la desaparición de niños, una trama que incluye las miserias y secretos oscuros de un pequeño pueblo y su ominosa central nuclear que parece guardar un secreto más grande que el de los habitantes del lugar. En ese aspecto la serie se parece a muchas otras que se han hecho en el siglo XXI y, claro, también a la fundadora de todo: Twin Peaks. Lo interesante es que a la trama policial y al melodrama en estado puro, la serie le agrega los temas de la ciencia ficción. La combinación hace que cada capítulo tenga nuevas cosas para contar y allí donde la trama podría decaer, vuelve a conectarse gracias a alguno de los géneros mencionados.

La televisión, el cine, y desde ya la literatura, se han sentido atraídos hacia los viajes temporales y sus infinitas posibilidades dramáticas. Desde luego la ciencia también se ha acercado a este tema y la misma serie arranca con una cita de Albert Einstein. La filosofía se ha preguntado también acerca de los viajes en el tiempo y los dilemas y contradicciones que esto representa. Las paradojas temporales son el tema favorito de pensadores y artistas a lo largo de los años. Dark encuentra su mayor hallazgo en la sutileza con la cual arranca con el melodrama y el policial para luego, una vez conectados con la trama, empieza a mostrar de forma abierta el costado fantástico de la serie. Su supuesto realismo inicial ayuda a darle más potencia a todo lo que vendrá después. No es más profunda que otras series que han tocado el tema de los viajes en el tiempo, pero es la que le resultará más fácil a los espectadores que por prejuicios no se sientan cercanos a la ciencia ficción.

Un evento destinado a repetirse cada cierta cantidad de tiempo afecta a varias generaciones en el pequeño pueblo de Winden, en Alemania. Algunos de sus habitantes parecen saber qué es lo que está pasando, mientras que otros ignoran por completo el sentido de los eventos que sufren, sin saber que ocupan un lugar ya destinado en la trama. No sabe el espectador cuanto sabe cada uno de ellos, esto será revelado a lo largo de los capítulos. Los saltos temporales están perfectamente llevados, aunque la serie en un momento decide no arriesgarse y comienza a dejar bien en claro quién es quién en cada época. Esto es fácil de seguir gracias a este subrayado. Cuando la serie comienza a estabilizarse y caer en una rutina previsible, pega un salto más y nos abre todo un nuevo universo. Nueva información llega y empiezan a responderse muchas preguntas iniciales. Pero, como ya adivinará el espectador cuando se acerque el final del décimo capítulo, la trama no se cierra y abre la puerta para una esperable temporada dos. La historia queda abierta pero no alargada, no se siente que esté forzada ni la duración de la serie ni su extensión hacia diez capítulos más. Quedan muchas preguntas acerca de si se puede cambiar el destino o si la trama está destinada a mantenerse así, una y otra vez sobre ese pueblo, sus personajes y sus historias. Como escribió Borges sobre las piezas de ajedrez: “No saben que la mano señalada/del jugador gobierna su destino/no saben que un rigor adamantino/sujeta su albedrío y su jornada.”