La versión del clásico Nace una estrella hecha en 1976 difiere notablemente de las anteriores, aunque la estructura y el espíritu de las anteriores se mantiene intacto. Lo que cambia es que en lugar de tratarse del mundo del cine, la trama está ubicada en el mundo de la música. John Norman Howard (Kris Kristofferson) es un músico de gran popularidad que ha entrado en decadencia. Sus problemas con las drogas y el alcohol potencian sus conductas irresponsables que afectan repetidamente su trabajo y sus recitales. En una noche, escapando de todo, entra a un club donde está actuando Esther Hoffman (Barbra Streisand). La actuación es interrumpida cuando el propio Norman se pelea con un admirador que se acerca a su mesa. Ambos huyen del lugar y comienzan un romance. Mientras él ya no tiene retorno como artista, ella está lista para llegar a lo más alto. Norman, como en las otras versiones de A Star Is Born, la ayuda a convertirse en esa estrella, aun cuando no pueda ayudarse a sí mismo para reencauzar su propia carrera.
Los tiempos han cambiado mucho con respecto a las versiones anteriores. Al alcohol se le han sumado las drogas y la sexualidad es más explícita en la pareja. También el personaje masculino es más prepotente y por momentos violento. Ella es más independiente que en los films anteriores y no recibe tantas intervenciones externas en su camino. Si bien la versión con Judy Garland ya tenía muchas canciones, acá los dos protagonistas son músicos y los dos cantan. Streisand, la verdadera artífice del proyecto, ya tenía una gran carrera en la música y el cine, con lo cual pudo tener el control de la película, aunque afectara el resultado artístico final. El director Frank Pierson no es ni William A. Wellman, el autor del film de 1937, ni George Cukor, realizador de la historia original de 1932 y de la remake de 1954. Su trabajo no posee una personalidad estética fuerte y la película se ve muy anclada en la década de 1970. Pero Streisand no solo canta, actúa y produce, también usó su propio vestuario personal en el largometraje. Incluso soñó en un comienzo con que fuera nada menos que Elvis Presley su compañero de elenco.
Del talento musical de Barbra Streisand no hay nada que decir, sin duda acá puede desplegar un repertorio más acorde al momento, alejándose de sus musicales más clásicos. Pero a diferencia de lo que ocurría con Judy Garland en el film de Cukor, el problema es que su personaje no logra mantenerse funcional al film en su conjunto. No es tan perfecto el paso de ser desconocida a ser estrella y el final del film le da un divismo que resta más de lo que puede sumar. Sin el ritmo sublime y alocado del film de 1937 y sin la potencia melodramática de la versión de 1954, esta nueva Nace una estrella arrasó en la taquilla, pero quedó muy lejos de obtener los resultados de sus antecesoras en lo que a calidad cinematográfica refiere.