El documental en el cine argentino –y mundial- ha crecido como mucho en el siglo XXI, producto en gran parte del abaratamiento de los costos y producto también del aumento de los canales de difusión para esta clase de cine. Esto permite que haya muchos documentales sobre los más variados temas. Algunos, como Un cine en concreto, son pequeñas joyas que si el espectador no tiene la suerte de ver en cine, debería por lo menos darle una chance en cable o streaming.
La película cuenta la historia de Omar Borcard, un albañil que vive en Villa Elisa, provincia de Entre Ríos. Su vida cambió cuando a mediados de la década del sesenta, en medio de una realidad muy dura para él, descubrió la magia de la sala de cine. Su pasión por el cine se volvió total y durante los siguientes veinte años vio cuánta película que pasaba el cine de su pueblo. Cuando el cine cerró, para Omar fue una tragedia. No se resignó y construyó, en su propio terreno, un cine. Así de simple y así de cinematográfico: con sus propias manos construyó un cine.
Omar no es un cinéfilo en el sentido más puro y duro del término. Omar tiene películas y géneros favoritos, pero básicamente cualquier película le parece un milagro. Es un cinéfilo no académico, cuya formación es el amor puro por el cine. El cine como refugio, como espacio para soñar y para sentirse menos solo. No es un experto en cine, es un experto en la experiencia de ir al cine y disfrutar la película. Lo maravilloso del documental es que los cinéfilos y no cinéfilos no podrán quedarse afuera de su historia y su necesidad vital de que sigan proyectando películas.
Omar no tiene grandes discusiones acerca del futuro del cinematógrafo, no ve a la sala de cine como un negocio, ni un espacio de prestigio. Su amor es tan profundo y genuino que, aun sin saberlo, explica en cada frase suya y en su propia vida el sentido final y profundo del cine. Todos los que amamos el cine entendemos de que habla Omar.
La película lo muestra como es, la historia misma es increíble. Hay tanto de cinematográfico en lo que hizo y se parece a tantas grandes películas de la historia del cine que es asombroso. En un momento la directora elige mostrar la propia filmación de Un cine en concreto y amenaza con romper la magia, pero entonces uno lo imagina a Omar siendo parte del rodaje y entiende el motivo de la decisión. Omar está en una película, él y su familia, él y su historia.
La película posee también una enorme melancolía. La forma en la que este albañil lucha contra el tiempo y los cambios culturales es conmovedora. No es una resistencia a los avances tecnológicos ni los cambios culturales, es proteger un espacio de felicidad. Omar encontró la felicidad en la sala de cine y busca que otras personas hagan el mismo descubrimiento y accedan a la misma forma de placer y refugio. Es un acto de obstinada generosidad.
Si toda la película es muy emocionante, hay que decir que un par de momentos son para largar lágrimas. Sin anticipar nada de la trama el espectador debe saber que el crecimiento dramático y los giros que la película tiene son dignos de la más elaborada ficción. Los que amamos el cine con todo nuestro corazón y lo hemos convertido en parte de nuestra vida, entenderemos a Omar, pero el sentido de su tarea excede por mucho al cine. La película muestra como los temas pequeños pueden ser grandes reflexiones sobre la condición humana. Con muy pocas pretensiones a la vista, Un cine en concreto dice mucho sobre la vida.