Con la descomunal oferta de películas que hay en el mundo y con la enorme cantidad de títulos que provienen de la India, es muy difícil estar al día con todo lo que se hace cada año. Lo más común es que los festivales, los premios y, mayormente, los grandes tanques de taquilla ocupen la atención de los espectadores. El problema es que cuando aparece una película como Andhadhun es que puede ser confundida con la producción promedio del cine de Bollywood, más aun cuando su propia difusión no da cuenta de lo que realmente es la película. El espectador elige, a la hora del entretenimiento cinematográfico, películas de Estados Unidos. No es mala idea, claro, pero hay en otro países grandes películas, títulos apasionantes, divertidos y, por ser de otros países, originales en muchos detalles. Andhadhun no es una película oculta, está disponible en Netflix, se estrenó con éxito en varios países y tiene altísimas valoraciones de crítica y público en los sitios más importantes. Aunque esto no es prueba definitiva de que es buena, al menos sí llama la atención.
¿Cómo describir Andhadhun sin arruinar las sorpresas de la trama? No es necesario contar el argumento, pero sí explicar cómo se ve la película y a que universo cinematográfico responde. Para empezar digamos que durante el rodaje el título que manejaban era Shot the Piano Player, es decir Disparen sobre el pianista, como la obra maestra policial de François Truffaut con Charles Aznavour (la película aparece citada de forma explícita hacia el final). Pero esa referencia, que aparece al final y que se completa leyendo sobre el rodaje, en realidad se delata a cada momento.
Alfred Hitchcock y Brian De Palma respiran en cada escena de la película. Los falsos culpables, la inverosimilitud, el negrísimo sentido del humor, el romance en situaciones de peligro, todo es una gran aventura policial, llena de crimen, misterio y golpes de efecto que llenan al cinéfilo de euforia. Es cinematográficamente feliz Andhadhun. Pero tal vez los espectadores no estén corriendo al cine a ver películas de Alfred Hitchcock, Brian De Palma y François Truffaut, aunque prestando un poco de atención se observa que no se trata de una película estándar.
El protagonista es un pianista ciego, muy talentoso, que sueña con viajar a Londres a tocar. Se cruzará por accidente con una joven y luego con una ex estrella de cine –la cinefilia, siempre presente en el cine de Bollywod- lo que derivará en una serie de eventos rocambolescos que sorprenderán una y otra vez al espectador. No es necesario contar en qué consisten estos cambios o giros, pero sí que transmiten esa pasión por divertir al espectador propia de los cineastas mencionados. También podría mencionarse a William Castle, otro realizador que amaba sorprender, sacar conejos –nunca mejor dicho- de la galera y maravillar a los espectadores.
A veces cuando los mejores viejos trucos del cine parecen extinguirse del cine más masivo y popular que vemos en occidente, es necesario tomarse el trabajo de viajar a otros países para descubrir, con alegría, que la llama del espectáculo cinematográfico sigue viva. Sin pensar en obras maestras, pero sí preocupado porque durante un poco más de dos horas podamos volver a disfrutar del cine.