El príncipe encantador (Charming, 2018) es una película de animación canadiense que vuelve sobre una temática favorita del género en estas últimas dos décadas: la revisión de los cuentos de hadas. Acá el que está encantando y ha recibido una maldición de la bruja malvada es el príncipe, no la princesa. Y este príncipe solo podrá salvarse si al cumplir los veintiún años ha conseguido encontrar el verdadero amor. ¿Qué maldición pesa hasta esa fecha? El encantamiento es que él es encantador. Todas las muchachas del reino se enamoran de él, quieran o no, debido a esa maldición. Al ser un encantamiento, nada tiene que ver con el amor verdadero, lo que le complicará mucho al príncipe encontrar a la persona adecuada.
Pero claro, esa persona existe. Se llama Lenore y es una aventurera, ladrona, que no busca ningún príncipe. Lo que tiene lo consigue sola. Ella y él se encontrarán, construyendo una comedia alocada al estilo Screwball Comedy en una road movie divertida e inteligente, donde la cosa no se queda solo en el cambio de sentido. Las reglas de los cuentos de hadas se repiten, aun con las variaciones que son el corazón de la trama. También hay tres princesas que son las enamoradas del príncipe: Blancanieves, La bella durmiente y Cenicienta. Pero las tres tienen trastornos ocasionados por sus propias historias. Pero eso es lo de menos, porque su amor por el príncipe no es real.
Lo peor que la película tiene es, lamentablemente, la animación. El guión funciona, pero los personajes no se ven bien, ni originales, ni de primera calidad. Eso dificulta mucho conectar con la trama desde el comienzo. Y tampoco le queda muy bien la forzosa entrada de una canción romántica a mitad de la película. Una pena, porque había buen material para hacer una gran película y no quedarse a mitad de camino.