Es un poco injusto dedicar el párrafo inicial de una crítica a comentar el título en castellano con el que se estrena Le Grand Bain en Argentina, pero no queda otra opción. ¿A qué público se quiere atraer con el ridículo Nadando por un sueño? Más aun cuando en nuestro país el título recuerda un horrible programa de televisión. Hecha la salvedad, pasemos a la crítica.
Un grupo de hombres en crisis termina reunido en un imposible grupo de nado sincronizado. No se parecen en nada, salvo en la sensación de que algo falta en sus vidas, que las cosas no han salido bien y necesitan algo que los haga volver a creer en ellos mismos. De este grupo ridículo de aficionados termina surgiendo la idea de crear el primer equipo nacional francés masculino de nado sincronizado. Claramente la película es una comedia y el elenco posee un grupo de historias que van de lo absurdo a lo amargo, siempre a disposición del lucimiento de cada actor.
La película, crease o no, está basada en un hecho real, aunque no del equipo francés, sino sueco. Un dato menos curioso pero algo desolador es que el mismo año en Gran Bretaña se contó la misma historia en un film llamado Swimming with Men, una costumbre de los últimos años es que muchos países hagan la misma versión de una mismas historia. Obviamente para sus mercados internos, porque por más buena que sea una película nada justifica verla en varias versiones en un mismo año. No me extrañaría que surjan varias versiones más.
Pero rápidamente hay que aclarar que Le Grand Bain es una de esas películas sencillas, para complacer al público, con los toques exactos de emoción y risa y, con las fórmulas más clásicas, de competencia deportiva. Títulos como Dodgeball (2004), A League of Their Own (1992), Campeones (2018) y Happy New Year (2014) se emparentan en menor o mayor medida, dentro de una infinita lista de films que tocan las mismas cuerdas y, cada una en su estilo, consiguen buenos resultados.
La historias de los nadadores y de sus entrenadoras funcionan sin fisuras y lo que podría parecer una tontería termina conmoviendo y entreteniendo. La película tiene, claro, algunos lujos actorales, como la presencia de Matheiu Amalric, Guillaume Canet y Jean-Hughes Anglade, entre otros. Una película de fórmula con resultados limitados pero impecables, Le Grand Bain funciona.