Hombres de negro (Men in Black, 1997) es una comedia de ciencia ficción producida por Steven Spielberg y dirigida por Barry Sonnenfeld. Este fil, protagonizado por Will Smith, Tommy Lee Jones y Linda Fiorentino tenía una clara postura política sobre Estados Unidos como un país receptor de inmigrantes, en un discurso contra los prejuicios xenófobos. Tuvo una simpática secuela esa película y luego un tercer film muy inferior cerró la historia.
Ahora volvemos sobre esa organización secreta en una nueva entrega en la que aparecen algunos personajes de los films anteriores y un pequeño homenaje en forma de cuadro a los dos protagonistas de los primeros films. Los dos personajes principales ahora son la novata agente M (Tessa Thompson) y el atorrante y temerario agente H (Chris Hemsworth). Nos explican en un prólogo y una larga presentación como la Molly pasa de un encuentro cercano en la infancia a convertirse en esa agente M obsesionada con los MIB. También vemos al agente H salvando al mundo junto al agente High T (Liam Neeson).
Algo raro pasa en Londres y la novata M es enviada por su jefa la agente O (Emma Thompson, por lejos lo mejor de la película) de Nueva York a la capital británica. Una misión sencilla que terminará en una amenaza para la organización y para el mundo. La trama no ofrece novedad alguna salvo que los chistes contra el racismo ahora son chistes contra el machismo. El guión de previsible a nivel insulto, con dos o tres obviedades que se ven venir desde la escena inicial. Incluso las vueltas de tuerca que se ven a miles de kilómetros de distancia son subrayadas con flashbacks, diálogos y aclaraciones, para que hasta un espectador que duerme media película o juega con su teléfono puede entender todo. Demasiado tiempo lleva todo para no llegar a ningún lado. Y el discurso sobre la inmigración del film original quedó en nada, por cierto.
Lo único rescatable son los acentos de los actores y su dicción. A la deslumbrante Emma Thompson, por cuya voz es doblemente obligatorio ver el film en inglés, se le suma el gran Liam Neeson y los acentos de los protagonistas y los exóticos personajes secundarios. Y hablando de esto último, el alivio cómico del pequeño personaje de Pawny es un manotazo de ahogado que por su ridiculez sin sentido se parece a The Great Gazoo de la serie Los picapiedras. Otro de los muchos defectos de un film con grandes actores, demasiados efectos especiales innecesarios (los necesarios siempre son bienvenidos, aclaremos) y un guión simplemente lamentable.