Iris recibe en su casa a Maia, la hija de una amiga tucumana. Lo que parece un evento simple es el chispazo de una nueva etapa en la vida de ella. Iris vive con Jackie y con su mascota, el perro Caruso, en una existencia ordenada y sin sorpresas. Pero cuando la juventud asoma, también asoma la seducción, la vitalidad, la picardía.
Comedia agridulce con momentos de gran inspiración. Una mirada inteligente y nada solemne sobre la fragilidad de los vínculos, sus espacios oscuros y la brisa vital del enamoramiento. La directora muestra este mundo de mujeres en escenas que no se parecen al tono habitual del cine argentino. Todo parece auténtico y cinematográfico a la vez. En cada instante hay verdad.
Esta comedia sobre las relaciones humanas consigue la complejidad necesaria para asombrar pero sin perder por eso una narración transparente y sencilla. Cuando alguien sabe lo que quiere contar, se nota en la pantalla, y cuando alguien es auténtico con respecto al tema que trata, eso también se ve.