Para muy poca gente el nombre Rudy Ray Moore significa algo hoy en día. Fuera de la cinefilia es muy difícil que su filmografía ocupe algún espacio y sus películas sean recordadas. Sin embargo, su nombre es clave en la historia de la cultura popular contemporánea. Bastaría decir que muchos raperos lo consideran como el gran precursor del género y que grandes cómicos, empezando por Eddie Murphy, lo han tomado como referente y modelo para sus rutinas de stand up.
Y es justamente Eddie Murphy quien lo saca de los círculos cinéfilos y del culto apasionado del blaxploitation para convertirlo en el protagonista de este film biográfico que cuenta su ascenso en el mundo del espectáculo. La película cuenta sus primeros pasos tratando de vender, sin éxito, sus grabaciones y sus pocos significativas actuaciones como stand up.
Pero un día Rudy Ray Moore descubre que hay un mundo que no ha sido captado por el humor. Que hay todo un lenguaje y una forma de comportarse a la que nadie se la atrevió antes. Y crea un alter ego llamado Dolemite, que viste y habla como un proxeneta, y que utiliza un lenguaje terriblemente explícito para hablar de sexo en sus rutinas. También habla con rimas, en lo que muchos considerarán luego como el nacimiento del rap.
El fuerte contenido de sus shows marcó un antes y un después, generando un éxito enorme que el propio Rudy Ray Moore quiso volcar en la pantalla debutante en cine con el film Dolemite (1975). Pero claro, su cine no iba a tener el prestigio que ya habían logrado los otros films del blaxploitation de buena calidad y estrellas más prestigiosas. En ese aspecto Dolemite Is My Name tiene un lejano parecido con films como Ed Wood, el clásico dirigido por Tim Burton y en cierta medida la comedia Bowfinger, protagonizada no casualmente por Eddie Murphy.
Si bien es cierto que haber visto, o al menos conocer, los films de Rudy Ray Moore ayuda a entender muchos detalles, la película es lo suficientemente clara como para entender todo el fenómeno, la época, y un elenco de actores brillantes es capaz de actuar doblemente, en la película y en el rodaje dentro de la película, para que se entienda que clase de producto estaban realizando. Un recuperado Wesley Snipes interpretando a D’Urville Martin se roba el show.
Pero lo inesperado –o tal vez no tanto- es la emoción que Eddie Murphy consigue darle tanto a su personaje como a toda la película. Objeto de culto para algunos, de admiración genuina o consumo irónico en otros casos, acá Dolemite es mostrado con respeto y un enorme amor. La inteligencia de un artista que busca encontrar su espacio y su tono, que ve que hay un público donde nadie más lo ve, está mostrado de forma tal que se pueda entender cuál fue el secreto de su éxito. No lo dice, pero está claro que Eddie Murphy se siente muy identificado con la historia de Rudy Ray Moore. Tanto cariño por su protagonista se traduce en una película auténtica, pero a la vez divertida y graciosa, con una emoción que desborda en las escenas finales.