Jesús y María José son hermanos. Viven juntos en la casa que perteneció a su padre, recién fallecido, previamente postrado mucho tiempo después de un intento de suicidio. Su rutina es interrumpida por la llegada desde España de Magdalena, su medio hermana por parte del padre. Luego de varios años sin verse ella viene en busca de la parte que le corresponde legalmente por la propiedad. Pero ellos no quieren vender la casa y para lograr su objetivo se servirán de una cantidad de juegos perversos donde Magdalena quedará atrapada dentro de las oscuras redes de los hermanos.
Con una claustrofobia digna de Roman Polanski, los realizadores Macarena García Lenzi y Martín Blousson arman un relato inusual, bien alejado de los códigos naturalistas del cine argentino. El trío protagónico entiende el tono y lo respeta, lo mismo para todos los aspectos del film, música, sonido, dirección de arte y vestuario. El relato avanza de forma firme, sin que su excentricidad se convierta en un relato pretencioso. Si suena Polanksi en varias escenas, también hay ecos de Robert Aldrich, grandes nombres para explicar qué clase de película es.
El delirante subtexto de El mago de Oz, con esa recreación casera del clásico de Hollywood, le da un poco de perverso humor extra, para completar un cuadro original y divertido, una búsqueda que no siempre es impecable, pero que respira aires distintos en la cinematografía nacional.