En Buenaventura, Colombia, donde diariamente se mueven millones de dólares en mercancía, la vida cotidiana es miserable, las bandas criminales atraen a los jóvenes a una vida al margen de la ley. En medio de esta situación, Harvey y sus tres amigos, campeones locales de baile urbano, sobreviven como pueden mientras encuentran la manera de escapar de la realidad que los rodea. Deciden participar en el campeonato nacional de baile urbano que se realiza en la ciudad, donde se escuchan los sonidos del Pacífico y los beats del hip-hop latino.
Con el mismo argumento de cientos de películas musicales y productos de diferente de nivel de complejidad, Somos calentura no sobrepasa de ninguna manera la absoluta medianía del género y se estanca en una catarata de sonidos estridentes y situaciones sin interés alguno. Lo único a rescatar son algunas escenas de baile, pero incluso allí se ve que el montaje oculta las falencias y es curioso que justo en el momento más impactante haya saltos de continuidad, algo que en medio de este caos visual no debería notarse. Curiosidad aparte, la película es coproducción con Argentina y un cartel de Cine argentino aparece la comienzo.