Las películas adquieren categoría de clásico no necesariamente por sus méritos artísticos sino por las campañas descomunales que se hicieron para promoverlas o por motivos que no tienen que ver con la película en sí. El tener remakes muchas veces les renueva el crédito. Con el viejo cliché de “la original era mejor” no son pocas las películas que consiguen una valoración que en su momento no tuvieron. Dr Dolittle, estrenada en 1967, es un ejemplo perfecto de película fallida, olvidable, y sin relevancia que ha llegado hasta nuestros días por varios factores que no tienen que ver con la película en sí misma. Entre esos factores se encuentran las remakes que el film tuvo, en primer lugar con Eddie Murphy en el rol protagónico y en el 2020 con Robert Downey Jr. Interpretando al doctor del título en una versión más parecida al original.
Dr. Dolittle se basa en los libros de Hugh Lofting. Luego del descomunal éxito de Mary Poppins y con el éxito de musicales clásicos en los sesenta, el proyecto de Fox era conseguir un hit musical como los de Disney, o como Mi bella dama o La novicia rebelde, esta última de Fox. Libros famosos, estrella del musical (Rex Harrison había ganado el Oscar a mejor actor por Mi bella dama), gran producción para toda la familia, un director experimentado como Richard Fleischer. ¿Qué podía salir mal? Bueno, casi todo.
En la Inglaterra victoriana, Matthew Mugg (Anthony Newley) lleva a su joven amigo Tommy Stubbins (William Dix) a visitar al excéntrico Doctor Dolittle (Rex Harrison) para que cure a un pato herido. Dolittle vive en una casa llena de animales diciendo que puede hablar con ellos, un loro de la Polinesia es quien ayuda a la traducción. Dolittle armará un equipo al que se le suma Emma Fairfax (Samantha Eggar) y junto vivirán diferentes aventuras que incluyen cruzarse con una especia de llama de dos cabezas y un caracol gigante. Ambos animales son las verdaderas estrellas de la película.
Justamente, estos dos animales brillan porque no son reales. Todos los demás, en general, lo son. Y como puede deducirse, el llenar un film de las más variadas especies de animales es una invitación al desastre. Así fue el rodaje que triplicó su costo original por los problemas que tuvieron. Imaginar un musical con animales alcanza. Mordeduras, patadas, movimientos caóticos, destrucción de los decorados y los sets convertidos en baños para los animales. El humor empeoraba día a día y la falta de atención de la producción al clima del lugar donde filmaban no les hizo darse cuenta de la temporada de lluvias que les postergaba aún todo. Un lugareño, harto de todo, llegó a poner una bomba casera en un set. Así fue todo.
Richard Fleischer, que luego de un período de films menores pasó a la historia por dirigir para Disney 20.000 leguas de viaje submarino (1954) y luego dirigió grandes éxitos y verdaderos clásicos como Violent Saturday (1955), Los Vikingos (1958), Compulsión (1959) y El viaje fantástico (1966) entre otras. Pero Fleischer, que también ha dirigido películas malas, no pudo lograr una narración fluida y entretenida. Las canciones son todas particularmente desangeladas y los números musicales tampoco brillan. La película fue testeada antes del estreno y se le hicieron al menos dos versiones antes de terminar en la copia definitiva de 152 minutos. La apuesta al éxito no solo incluyó millones de copias de la banda de sonido en diferentes idiomas, sino también una insólita cantidad de mercadería asociada, llegando a 300 productos que incluían muñecos de Rex Harrison y los animales de la película. Cuando la película se estrenó las críticas fueron negativas y el público no acompañó. El libro de la selva, el film de Disney de dibujos animados, se estrenó al mismo tiempo y se llevó las buenas críticas y a los espectadores. Los discos fueron un fracaso sin precedentes y los juguetes otro tanto. Una ironía de la historia: Fox quedó tan golpeado por el tema productos que cuando George Lucas pidió los derechos de los juguetes de La guerra de las galaxias (1977) Fox no dudó en dárselos. El resto es historia, claro.
Asombrosamente, el estudio de la película hizo un lobby descomunal para obtener nominaciones al Oscar. Luego del fracaso de crítica y taquilla era difícil que los premios le sonrieran, sin embargo, y contra todo pronóstico, consiguió 9 nominaciones al Oscar incluyendo mejor película. Hasta el día de hoy se la considera una de las nominaciones más insólitas en la historia de los Oscars, al menos en la época clásica. Tampoco le fue tan mal en los Globos de Oro, donde obtuvo 5 nominaciones y Richard Attemborough se llevó el premio a mejor actor secundario interpretando al dueño de un circo. En cuanto a los Oscars ganó dos: Mejores efectos especiales y mejor canción, “Talk to the Animals”. La historia de la canción merece un párrafo aparte, porque ha sido en gran parte la responsable de la permanencia del film en el imaginario popular.
Como ocurrió con muchas estrellas veteranas en la década del sesenta, el fracaso del film supuso la decadencia de la carrera de Rex Harrison, que en un par de años dejó atrás su condición de protagonista. El propio Harrison sufrió demasiado el rodaje y su esperanza de estar frente a un nuevo éxito como Mi bella dama (1964) y una posible nominación al Oscar que obviamente nunca llegó. Sin embargo la canción que gana el Oscar es la que él interpreta en la película. Y justamente “Talk to the Animals” fue uno de los caballitos de batalla de Dr Dolittle. La canción no parecía tener mucho interés durante el rodaje pero se promovió que se hicieran covers de esta canción y con el Oscar vinieron un número enorme de versiones. Las más famosas son las de Sammy Davis Jr., Bobby Darin, Bing Crosby y Louis Armstrong. Roger Moore hizo una enorme versión como invitado en El Show de los Muppets. Hasta en la remake de Eddie Murphy hay una versión.
Ver la película hoy es ideal para entender un poco como funcionaron los musicales de la década del sesenta. No todos los musicales, sino aquellos que tenían una mirada hacia el pasado, que apostaban a estrellas, grandes producciones, temas sin vínculo con la década en la que se estrenaban. Dr. Dolittle es un ejemplo tardío y fallido de un cine que llegaba a su fin. Es un milagro que Mi bella dama haya sido un hit. Si se ven las cuatro películas que acompañaron a Dr. Dolittle en el Oscar está todo dicho: Al calor de la noche (Ganadora), Bonnie & Clyde, ¿Sabes quién viene a cenar? y El graduado. Todas películas bien a tono con su época y para un público adulto. Las películas con Eddie Murphy no son grandes películas pero hay que decir que son más graciosas. ¿El motivo? En esas películas los animales hablan, es decir escuchamos sus palabras, no solo el Dr. sino también los espectadores. Algo que el film de 1967 no hizo y le restó gran parte de los mejores chistes posibles. Quedará ver si la versión 2020 es capaz de tomar lo mejor de los films anteriores y aprovechando la tecnología digital hacer un mundo de animales que tenga el interés que hasta ahora no ha tenido este personaje que hace más de cincuenta año que está dando vueltas en el cine.