La fama del Studio Ghibli se debe en gran parte al incomparable Hayao Miyazaki. Pero junto con él otro director creó una serie de obras memorables que forman parte de la historia grande del cine de animación de todos los tiempos. El nombre de Isao Takahata tal vez sea menos famoso que sus propias películas, pero ha dejado un puñado de obras maestras que elevan aún más el legado del estudio de animación japonés que él mismo fundó junto a Miyazaki.
Recuerdos del ayer (Omohide Poro Poro/Only Yesterday) es la segunda película que Takahata realizó para Ghibli luego de su gran clásico, La tumba de las luciérnagas (1988). La historia que cuenta es la de Taeko Okajima, una joven de veintisiete años que pide permiso de vacaciones en su trabajo para poder regresar a su casa de Yamagata, un pequeño pueblo en el campo del que guarda tiernos momentos. En el transcurso de su viaje a la granja de sus familiares y cuando ya está allí, Taeko irá recordando su infancia, sus días en la escuela, sus sueños y penas de la niñez junto a su familia, al mismo tiempo que trabaja en el campo y convive con los suyos y la gente del lugar.
El guión, escrito por el propio director, se basa en el manga de Hotaru Okamoto y Yuko Tone que lleva el mismo nombre que la película. Una historia muy simple y sencilla, pero de una enorme profundidad al ser llevada a la pantalla. Las viñetas de la infancia de Taeko son unidas por el presente de ella adulta. La libertad de esos recuerdos desordenados cobra una fuerza enorme y adquieren una potencia narrativa que lo coarta la mencionada libertad.
El realismo de la película y la poesía visual se combinan de una manera equilibrada y deslumbrante. Los detalles más sutiles están mostrados con una animación delicada, pero a la vez se permite jugar con las posibilidades de la animación. La expresión de los rostros es uno de los logros más notables de la película. El estilo artesanal del estudio y la experimentación del director se combinan en acuarelas de una enorme belleza, escenas oníricas y un sinfín de detalles inolvidables. Desde los títulos del comienzo sobrevuela el espíritu del máximo maestro japonés, Yasujiro Ozu. Las referencias son muchas, desde la vida familiar, al choque entre la vida urbana moderna y los valores más antiguos aquí presente en la vida en el campo. La historia transcurre en dos épocas, 1966 y 1982. Se ve, en la infancia de la protagonista, todas las tensiones, sueños y conflictos de la post guerra. La estación de tren de Takase, es un personaje más de la película, y los trenes, como en Ozu, son una parte clave de la historia. El éxito de la película fue tan grande que la estación recibe visitantes y más allá de las reformas, se conserva casi igual a como se ve en la película.
Para lograr el realismo mencionado, tal vez el mayor en la historia de Studio Ghibli, el director llevó a una parte de su equipo a Takase, Yamagata, para que puedan tomar apuntes y respetar al máximo la campiña que aparece en el film. A pesar de ser un film adulto con no poco riesgo, un sorprendente éxito de taquilla acompañó su estreno y la transformó en un clásico. Aunque los estudios Disney tenían los derechos para estrenarla en Estados Unidos y Canadá, no lo hicieron por las referencias a la menstruación que la película tiene. Se trata de una escena con humor, que muestra hasta qué punto la película entiende y describe el universo de la niña protagonista. Como es habitual en Ghibli, la protagonista es una mujer y/o una niña, ya sea en este estilo realista o en las fantasías más diversas y tonos diferentes. Desde las más infantiles a las más adultas, las películas Ghibli se destacan también por esto. No es raro, la mujer ha sido protagonista del cine de Ozu, Naruse y Mizoguchi, por citar a los tres maestros del cine clásico japonés. No es una moda y un acto de demagogia, son genuinas protagonistas de historias universales.
La banda de sonido es otro de los hallazgos de Recuerdos del ayer. La música de Katsu Hoshi (no está aquí el habitual colaborador del estudio, Joe Hisaishi) es acompañada por canciones y piezas clásicas vinculadas con Europa del este. Temas de Bulgaria, Hungría y Rumania acompañan la historia y uno de los personajes incluso dice que se trata de esa música la que escucha en su auto. Pero el remate del film queda en manos de una versión en japonés del clásico The Rose de Amanda McBroom, de la película del mismo nombre. La versión japonesa de la canción se llama Ai ha Hana, Kimi ha Sono Tane, y la letra quedó en manos del director de la película. Y es justamente el final lo más inolvidable que tiene esta película llena de grandes momentos. La emoción de esos últimos minutos es la confirmación de todas las virtudes y recursos de la película. Recuerdos del ayer merece ocupar un lugar de privilegio dentro del ya de por sí legendario Studio Ghibli.