Director de La noche, Edgardo Castro aborda acá una historia al borde del documental que describe de forma minuciosa su viaje a la casa de sus padres con motivo de la navidad. Con un tono realista, observamos una escena donde el protagonista se corta el pelo en una peluquería en tiempo real o hace el largo viaje hasta destino. El calor, el encierro, la incomodidad de un padre que escucha muy poco y una madre obsesionada con una telenovela turca. Las comidas, las charlas, cada momento se describe como si no existiera un guión y, como es esperable, todo se ve absurdo.
Castro observa –como director y protagonista- ese mundo al que él solo pertenece en la Navidad. La ternura y la emoción aparecen, pero el tiempo que le lleva alcanzar esos momentos luminosos es demasiado como para justificar toda la extensión de la película. Más interesante que buena, más para el análisis que para el disfrute, la película es más un ensayo que una narración fluida y atractiva.