Higinio (Antonio de la Torre) y Rosa (Belén Cuesta) llevan pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil en España. En ese momento la vida de él pasa a estar seriamente amenazada. Con ayuda de su mujer, decidirá utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional. El miedo a las posibles represalias, así como el amor que sienten el uno por el otro, les condenará a un encierro que se prolongará durante años.
La película, basada en historias reales ocurridas en aquel momento, tiene una fuerte tensión al comienzo y varios momentos emocionantes, pero falla rotundamente al intentar transmitir que significa pasar todo ese tiempo encerrado bajo (o detrás) de una casa. No llegamos, salvo en muy pocos momentos, a sentir lo terrible que es pasar por una cosa así. Los protagonistas no conmueven todo lo que algo así debería, algo falla en la narración, que se estira demasiado y se vuelve repetitiva y redundante.
Más de una docena de nominaciones a los premios Goya hacen pensar que es un tema muy cercano al corazón de los españoles, pero no está en la pantalla todo el drama de la historia. Buscar el documental 30 años de oscuridad, que en mucho menos tiempo cuenta con mayor efectividad la misma terrible historia.