Intenso drama policial sobre un crimen que, al comienzo de la película se aclara, no fue resuelto. Esta decisión contundente de anticipar lo que pasará muestra el deseo de contar la historia antes que generar una trama de misterio. Pero aun así la trama está llena de elementos que sorprenden y mueven la narración hacia adelante todo el tiempo.
Cuando Shannan, la hija de Mari Gilbert, desaparece, la falta de acción policial lleva a que sea ella quien comience una investigación particular en la isla de Long Island en la que Shannan fue vista por última vez. Su búsqueda saca a la luz más otros hallazgos de jóvenes trabajadoras sexuales que han sido asesinadas. Mari y sus hijas, y las madres de las otras chicas asesinadas formarán un grupo que intentará hallar la verdad.
La realizadora Liz Garbus tiene una extensa y prestigiosa carrera como directora y productora de documentales y es lógico pensar que su énfasis en la historia y no tanto en el suspenso tiene que ver con la necesidad de ser clara y contundente a la hora de contar lo que pasó. Con prudencia y equilibrio, la narración se sostiene sin perder fuerza, centrada en la figura de la madre desesperada y también en la de sus otras dos hijas adolescentes. Gabriel Byrne, interpretando al comisionado de policía del condado, Richard Dormer, le da la sobriedad acorde al tono del relato. Algo resignado y cansado, su personaje sabe -o se resigna- que se trata de un crimen difícil de resolver. Amy Ryan le da al personaje de Mari toda la fuerza y el peso de la historia, sin histrionismos ni exceso, pero con el pulso necesario para trasmitir el drama y el sufrimiento de esa madre luchando por saber qué pasó con su hija.