The Lady in the Van se presenta como una historia casi real, lo que anuncia que pase lo que pase, la película mantendrá una cierta ligereza y amabilidad. No se arranca un film trágico con un cartel jocoso. La película narra una historia de amistad rara entre el escritor Alan Bennett (Alex Jennings) y Mary Shepherd (Maggie Smith), una mujer anciana sin hogar, malhumorada y excéntrica, que vive en un van en Camden, Londres, y cambia de lugar de estacionamiento cada tres meses. Los vecinos tienen con ella una relación ambigua, tratando de cuidarla pero también de no ser los próximos que la tengan en su vereda, con la basura y el olor que la rodea.
La película se presenta como una comedia, aun cuando esté rodeada por el drama. La historia central empieza en la década del setenta, aunque un prólogo nos muestra un hecho traumático que pudo haber sido el detonante de las actitudes y el estado mental de la señorita Shepherd. A medida que avanza la trama se irá develando el pasado de esta mujer, aunque el punto de vista sea casi todo el tiempo el del escritor. Bennett habla consigo mismo todo el tiempo y se debate entre su vida cotidiana y la manera en la que quiere plasmar en un libro todo lo que le está pasando.
Con un humor y una identidad completamente británica, la película tiene un humor impecable y un elenco de un timing perfecto. Cuando el drama aparece, lo hace de la mano de la emoción, con una mirada humana y amable que conmueve sin angustiar. Maggie Smith, a quien hemos visto hacer de aristócrata en repetidas ocasiones, nos convence sin problema alguno de que es una mujer que vive en la calle. Siempre distinguida, siempre graciosa, siempre conmovedora en su rudeza superficial.