La originalidad de The Young Pope es tan contundente que la segunda temporada de la serie directamente cambia el nombre. The New Pope, estrenada en el 2020, está compuesta por nueve episodios y trata, como lo indica su título, de la elección de un nuevo pontífice luego de que el Papa Pío XIII (Jude Law) terminara en coma al final de la temporada anterior. Todas las virtudes demostradas por el creador de la serie, Paolo Sorrentino, se confirman aquí, a la vez que, con el cambio de protagonista, el tono sufre variaciones para adaptarse a los nuevos acontecimientos.
La primera temporada contaba la historia de un joven cardenal, Lenny Belardo, se convierte en Papa cuando las maquinaciones de los principales contendientes para ganar el puesto fracasan. Toma el nombre de Pío XIII y procede a desafiar las tradiciones y prácticas establecidas del Vaticano. Instala a la Hermana Mary (Diane Keaton), la monja que lo crió en un orfanato, para que sirva como su principal asesor. Impulsado por su deseo de confrontar a sus padres, quienes lo abandonaron cuando era niño, Lenny lleva a la Iglesia en una nueva dirección conservadora, causando interrupciones dentro y fuera del Vaticano. La serie, desafiante en todas las direcciones posibles, era un verdadero lujo de guión pero también de puesta en escena. Todo era exquisito, sofisticado, muy por encima del promedio de las series que vemos a diario. Paolo Sorrentino, director de La grande belleza, había logrado llevar su cine a la pantalla chica. Incluso mejoró su cine, porque su sentido del humor brillaba mejor que en sus películas.
Las maquinaciones para elegir un nuevo Papa surgen nuevamente aquí, pero con opciones cada vez más acotadas. El cardenal Angelo Voiello (Silvio Orlando), camarlengo y secretario del estado vaticano, Sofia Dubois (Cécile de France) a cargo del marketing de la Santa sede y el cardenal Bernardo Gutiérrez (Javier Cámara), consejero de la Santa sede, deben buscar a un Papa razonablemente bueno para sus propios intereses y el bien de la iglesia. Las cosas no salen del todo bien y frente al desastre eligen uno candidato fácil de manipular. El cardenal Tommaso Viglietti (Marcello Romolo) es elegido pero inesperadamente, y con el poder en sus manos elige el nombre de Francisco II y decide que la iglesia será franciscana en todos sus aspectos. Abre las puertas del Vaticano a todos los inmigrantes sin hogar y obliga a todos los altos miembros de la Iglesia que están allí que renuncien al lujo y a sus joyas. Cuando su plan parece avanzar, muere de un ataque cardíaco, llenando de sospechas a todos acerca de su muerte. Uno de los muchos juegos de referencias que tiene la serie, evocando la muerte de Papa Juan Pablo I, ocurrida en 1978, apenas después de treinta y tres días de papado. La ironía de que un verdadero franciscano se llame Francisco II, podría ser también una ironía acerca de los límites de una verdadera reforma en la iglesia.
No es una sorpresa que ese primer Papa elegido se vaya, porque la serie está apuntada desde el vamos a otro personaje y actor: John Brannox (John Malkovich) un extraño religioso aristocrático que vive recluido en su finca en la campiña inglesa, alejados de todos, acompañado por sus sirvientes y sus propios padres, ancianos y enfermos. Admirador del Cardenal Newman, ha logrado que muchos anglicanos se pasaran al catolicismo con un texto teológico escrito muchos años atrás. Disfruta del arte y de una vida de sofisticación, y para todos es la opción perfecta por su posición centrista y sus modos amables. El nuevo Papa, Juan Pablo III, es todo lo contrario a Pio XXIII. Pero como se anuncia desde el comienzo, la casi imposible recuperación del joven Papa amenaza con hacer volar todo el plan por los aires.
Pero esto no es todo. Pio XIII ha logrado tener un grupo de fans que todo el tiempo piden por él y se visten como fans de un grupo o de rock o como miembros de un grupo de protesta. A pesar de lo conservador que era este Papa, el grupo está formado por gente joven. Las monjas instaladas en el Vaticano reclaman cambios en el trato y finalmente entran en huelga. Un grupo terrorista se acerca cada vez más a la iglesia y se vuelve un peligro creciente. Y el nuevo Papa, interesado por las artes, consigue entrevistarse nada menos que con Marilyn Manson y Sharon Stone, quienes hacen de ellos mismos. Lo que da pasos de comedia pero también permite algunas reflexiones sobre varios temas. También está Esther Aubry (Ludivine Sagnier) cuya historia corre en paralelo al relato principal y sigue los pasos de esta devota creyente y sus conductas tan cercanas o tan lejanas a la iglesia, según se la mire. La maestría del guión para construir personajes interesantes es innegable. Por encima de cualquier cosa, The New Pope es fiel a su propia lógica. Se disfruta completamente porque su estética es bella e impactante. Porque no es tanto una serie sobre la iglesia como una serie con la iglesia como espacio donde desplegar los temas que le interesan al director. Los dilemas existenciales de cada una de las criaturas que conforman esta serie.
La Iglesia y el Vaticano son espacios ideales para la reflexión, el suspenso e incluso la comedia. En esta segunda temporada el cardenal Voiello es un personaje magnífico y Silvio Orlando lo interpreta de forma memorable. El casting es perfecto y la dirección demuestra que es el propio Sorrentino quien tiene las riendas de todo. No es fácil encontrar series con identidad visual y coherencia. Pero The Young Pope y ahora The New Pope muestran que es posible lograrlo. Las secuencias de apertura de la serie y los cierres de cada episodio exhiben también un talento para la ligereza y el sentido del humor. Si la serie es transgresora no lo es tanto por lo que muestra de la iglesia, sino por la libertad y el talento por ser original e impredecible.