Dos pícaros con suerte (Smokey and the Bandit, 1977) dirigida por Hal Needham es uno de esos clásicos asombrosos que sin nada para perder se transforman favoritos del público. La historia es mínimo y simple, sus ambiciones no van más allá de querer entretener y muchos pensaban que posiblemente terminaría siendo un fracaso. Pero los planetas se alinearon y puro talento narrativo todas las piezas encajaron, los actores tuvieron química, la canción fue un éxito y la película arrasó en la taquilla. Patricia Hitchcock, la hija de Alfred Hitchcock, decía que esta era una de sus películas favoritas, aunque la consideraba un placer culpable. Ya volveremos sobre este punto, pero primero pasemos a contar de qué trata esta pequeña maravilla.
Un millonario tejano Big Enos Burdette (Pat McCormick) y su hijo, Little Enos (Paul Williams), están tratando de encontrar un camionero dispuesto a transportar una carga de cerveza Coors a Georgia. Debido a las leyes federales de alcohol y las regulaciones estatales de impuestos, la venta y el transporte de Coors al este del río Misisipi se considera contrabando. Los camioneros que hicieron anteriormente la apuesta fueron descubiertos y detenidos por los “Smokey” (apodo dado por los camioneros a la policía). Los texanos localizan al legendario camionero Bo “Bandit” Darville (Burt Reynolds) y le ofrecen 80.000 dólares, el precio de un nuevo camión, para transportar 400 cajas de cerveza Coors desde Texarkana (Texas) hasta el clásico rodeo de camiones del Sur en Georgia y en 28 horas. Bandido acepta la apuesta y recluta a su compañero, el camionero Cletus “Snowman” Snow (Jerry Reed) para conducir el camión (Snow trae consigo a su perro Fred para que le acompañe). Bandido compra un Pontiac Trans Am negro, que conducirá el mismo como bloqueador para desviar la atención del camión y su contenido. Luego de cargar el camión parten hacia Georgia. Poco después, Bandit recoge a una bailarina profesional y aparente novia fugitiva, Carrie (Sally Field), a quien apoda “rana”, porque siempre está saltando. Sin embargo, al recoger a Carrie, Bo se convierte en el objetivo del Sheriff Buford T. Justice (Jackie Gleason), cuyo ingenuo Junior (hijo de Mike Henry) fue el novio abandonado de Carrie. Ahora lograr la misión se vuelve aún más complicada.
Y eso es todo, amigos. El muchacho, la muchacha, el mejor amigo, el perro y el villano con su hijo tonto detrás de ellos. Pero que divertido es todo, como funciona cada chiste, qué rápido avanza la acción, cuánta química hay entre todos los actores, una maravilla que no es casualidad, es la suma de talentos al servicio de la película. El director Hal Needham era un legendario director de dobles de riesgo y tenía una gran amistad con Burt Reynolds, lo que permitió que la película se hiciera cuando el actor aceptó el protagónico. Inicialmente iba a ser una producción más pequeña protagonizada por Jerry Reed. Al final, Reed interpretó al amigo de Bandit y cantó las tres canciones de la película. “Eastbound and Down’” fue un éxito inmediato y significó un hit enorme para Jerry Reed. Hoy la canción y la película están completamente asociados.
El talento de Needham no estaba en el guión, sino en saber filmar todas y cada una de las cenas de acción. Incluso que los diálogos en el auto se vieran como que realmente iban a gran velocidad. En cuanto a los diálogos, eso es diferente. Sally Field, convencida de que esta película arruinaría su carrera se sintió aliviada cuando vio que le permitían improvisar la mayoría de las escenas junto a Burt Reynolds. Lo mismo le pasó a Jackie Gleason, que sumó también todo lo que se le ocurría, incluso fue él quien dijo que no debía viajar solo, motivo por el cual agregaron al hijo. Cada pequeño rol secundario, simple y básico, arranca una sonrisa. La película fue nominada al Oscar a mejor montaje y es fácil entender porque. El timing es impecable, el ritmo arrollador, nunca nada se extiende más de lo necesario. Ojalá otros films que se dicen divertidos tuvieran este genial economía de recursos.
1977 fue un año muy competitivo en la taquilla, más aun para Hal Needham, que debutaba como realizador. Pero el público respondió y Dos pícaros con suerte quedó segunda en la taquilla de ese año, solo por debajo de La guerra de las galaxias (1977) que se transformaría en el film más taquillero de todos los tiempos. Si para Hitchcock era un placer culpable este título no es difícil de creer. La pareja que se forma en situación de peligro, el escape desatado a lo largo de muchas locaciones. No es difícil reconocer el parecido, al menos en esos aspectos, con respecto a los film del director británico. Pero también hay que destacar la falta de solemnidad, la ligereza y la honesta apuesta a divertirse que tiene la película. Pura felicidad en breves noventa y cinco minutos. Smokey and the Bandit es pura felicidad.