Duna es una película de ciencia ficción basada en la novela homónima de Frank Herbert. Los libros de este autor han sido objeto de deseo por parte de varios cineastas pero también su pesadilla. En la actualidad, no sería difícil armar una trilogía, pero en la década de los ochenta, encarar un proyecto de varios films solo estaba destinado a los grandes éxitos de taquilla. La película intenta aprovechar la década de éxitos de ciencia ficción que provocó el estreno de La guerra de las galaxias (1977) pero al mismo tiempo tener un tono más sombrío y ambicioso. Sin duda la idea era que la película fuera exitosa, el elenco era muy importante y el presupuesto general era bastante alto. Raffaella De Laurentiis y Dino De Laurentiis pensaban tener una película que recaudara bien. Visto hoy, con todas sus particularidades y su complejidad, cuesta creer que alguien tuviera la esperanza de realizar un éxito. Pero así lo soñaban, porque hasta se hicieron muñequitos de la película, un merchandising que hoy no sería raro, pero en 1984 para una película como esta, es por lo menos curioso.
La gigantesca historia de al menos cuatro horas de duración se convirtió en una película de tres horas que finalmente obligaron a que se cortara en apenas un poco más de dos horas y quince minutos. Lo que finalmente quedó es esto: Por orden imperial, la familia Atreides deberá hacerse cargo de la explotación del desértico planeta Arrakis, conocido también como ¨Dune¨, que es el único planeta donde se encuentra la especia, una potente droga que, además, es necesaria para los vuelos espaciales. Anteriormente, el planeta había sido gobernado por los Harkonen, que habían ejercido su mandato con puño de hierro, dejando una huella indeleble en la población indígena del planeta. Cuando los Harkonen atacan el planeta con el beneplácito del Emperador para retomar su posición dominante sobre el planeta, Paul Atreides (Kyle MacLachlan), el hijo del duque Leto Atreides, deberá huir al desierto, donde le esperan múltiples peligros y una última oportunidad de vengarse y volver a su legítimo lugar como gobernante de Arrakis.
Aunque David Lynch no fue nunca un cineasta de narración clásica, con El hombre elefante (The Elephant Man, 1980) había demostrado que podía hacer un film grande de narración transparente. De hecho es una de sus mejores películas. Pero acá las cosas se fueron de sus manos. No tuvo el corte final y lo que podría haber sido dos películas sin problema quedó destrozado en un montaje que hace lo que puede para que se entienda. Sin ironías, es posible que esta sea una de las películas más difíciles de seguir que ha hecho David Lynch. Pero no porque rompe las reglas clásicas, sino porque no consiguen contar todo lo que se necesita saber para mantener el interés y la lógica.
Igualmente la película tiene muchos puntos de interés. Si la narración no es su fuerte, algunos elementos de puesta en escena de David Lynch se ven familiares. La fascinación por lo monstruoso y lo deforme, algunos planos que se parecen a sus films anteriores y futuros, la maldad pura de ciertos personajes. Las escenas oníricas, la cámara que se sumerge en agujeros oscuros, la violencia sadomasoquista. Los efectos especiales tienen sus momentos pero en promedio se ven demasiado berretas para la época y el presupuesto del film. Mejor suerte tiene el maquillaje de la película, cuyo protagonismo es digno de destacar. Es como si en ese aspecto no hubieran podido controlar ni cortar al director. Claro que el resultado es una película aburrida para el público en general e incompleta para los admiradores de Lynch.
Con Raffaella De Laurentiis y Dino De Laurentiis (no acreditado este último) como productores, nos es raro que un grupo de rostros reconocibles conforme un elenco importante. A Kyle MacLachlan –quien se convertiría en uno de los actores favoritos de Lynch- lo acompañan Francesca Annis, José Ferrer, Virginia Madsen, Sean Young, Patrick Stewart, Sting, Jürgen Prochnow, Richard Jordan, Max von Sydow, Linda Hunt, Dean Stockwell, Brad Dourif, Silvana Mangano, Jack Nance, Kenneth MacMillan, Freddie Jones, Leonardo Cimino y Alicia Witt (en su debut cinematográfico). El propio David Lynch hace un cameo en la película para completar un plantel que es un lujo. Patrick Stewart declaró que todos en el elenco tenían al menos dos escenas que quedaron fuera del montaje final.
Muchas cosas salieron mal en el rodaje y muchas después en el montaje. Salieron varias versiones de la película con los años, debido a la fama del director y de las novelas. Pero David Lynch dijo que aún las más extensas de esas versiones no lo representan ni él participó en ese montaje, así que no las considera mejores versiones, ni más personales. Muchas ideas de diseño de producción son interesantes y cualquier que admire a Lynch tiene material para disfrutar de esta, su película más fallida. Su fama creció con los años, por el culto mencionado a los libros y al director, incluso fue la película de David Lynch que más recaudó en su semana de estreno, aunque poco le sirvió para recuperar toda la inversión. Escrita y dirigida por David Lynch, Duna quedará siempre como un dolor de cabeza para el director. Pero en 1986 llegaría Terciopelo azul (Blue Velvet) y su carrera despegaría nuevamente, incluso con más fuerza de la que tenía antes de su breve paso para la superproducción de ciencia ficción.