El Presidente es una coproducción entre Estados Unidos, Chile, Argentina y Francia creada para el servicio de streaming Amazon Prime Video. La serie tiene ocho episodios de 50 minutos. Con un elenco internacional de figuras más o menos conocidas y con un creador general detrás del proyecto que es Armando Bó, guionista y director argentino ganador del Oscar a mejor guión por Birdman y también guionista de Biutiful, dos películas de Alejandro González Iñarritu que no me gustan nada. Pero Armando Bó, nieto del legendario actor y director Armando Bó, también responsable de dos buenos largometrajes como director: El último Elvis y Animal, de los cuales también escribió su guión. Esta serie, de todas maneras, no se parece en nada a los films mencionados.
El Presidente es una historia basada en la vida de Sergio Jadue, quien fuera presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP) y vicepresidente segundo de la Conmebol. Jadue fue uno de los personajes más importantes del fútbol sudamericano y su testimonio fue fundamental para conocer el funcionamiento de la trama de corrupción en el fútbol. Lo que cuenta la serie es parte de lo que se conoce como el FIFA Gate y aunque la historia es muy conocida, lo que la serie elige narrar es todo el camino de Jadue desde sus comienzos hasta el momento del escándalo.
El comienzo de la serie busca un ritmo humorístico para realizar una mezcla entre sátira pura y denuncia lista y llana. Con un razonable espíritu didáctico va a explicando los manejos de corrupción en el fútbol. Quien narra al comienzo la historia no es otro más que Julio Grondona, quien ya fallecido, es la voz en off de la serie. Este recurso no es novedoso, pero eso lo le impide ser efectivo. Ya con ese protagonismo inicial el público argentino se sentirá atraído. Pero el verdadero protagonista es Jadue, un pobre tipo que lucha, usando mentiras y engaños, para abrirse paso en un club pequeño de Chile que busca el ascenso. Luego las circunstancias y su absoluta inmoralidad le permitirán ir creciendo en el mundo de la dirigencia futbolística.
Lo mejor de la serie son algunos datos de la Conmebol y la FIFA que no son tan conocidos o a los que no se les prestó atención, como el lugar elegido para hacerla reuniones entre los presidentes de las asociaciones futbolísticas de cada país. Pero la manera cómica e ingeniosa de contar la historia se agota luego de dos episodios. Simplemente la serie se queda sin cuerda, se detiene, se vuelve tediosa y comienza a alargarse. Es probable que Armando Bó hubiera podido hacer un largometraje interesante con este material, pero una serie ha sido, a juzgar solo por los resultados, un exceso.
Lo peor que tiene la serie es el casting. La casi totalidad de los actores están fuera de papel, las actuaciones son lamentables, los acentos son una coctelera donde cada uno sale en cualquier dirección. Hasta podría ser divertido adivinar de donde proviene cada actor y que acento está intentando lograr. Claro que a medida que avanza la trama lo segundo es imposible, porque queda claro quién es cada uno. Pero los acentos, sinceramente, son algo desopilante. Un manto de piedad con eso, que al final del camino no es lo más grave. Un castellano neutral también habría sido objeto de críticas, supongo. Ahora bien, los argentinos haciendo de muy argentinos con el acento bien marcado son simplemente insufribles. El más decente en ese aspecto es Luis Margani (aquella leyenda del film Mundo grúa) que en su condición de no actor, tiene más verdad en su trabajo que el resto. Y también hay que rescatar a Alberto Ajaka, que hace de mano pesada del fútbol y que se toma su trabajo sin payasadas, simplemente actúa. Pero Andrés Parra interpretando a Jadue es una distracción que nos expulsa de la historia todo el tiempo. Jadue ya fue Pablo Escobar y Hugo Chávez. Nadie sabe que nos deparará el futuro, pero acá se lo ve raro, incómodo y muy lejos del papel. Lo mismo para Luis Gnecco, protagonista de la película Neruda, quien interpreta a Luis Bedoya, presidente de la asociación colombiana de fútbol. Aunque no trabaja tanto, Jean-Pierre Noher interpretando a José Hawilla es antológico en el sentido negativo. Su portugués de Corrientes y Esmeralda es una cosa de no creer.
Más allá de la banda (literal y metafórica) de monstruos que la película describe, hay dos personajes femeninos clave en la historia, aunque no son dirigentes. Por un lado la esposa de Jadue, María Inés Facuse (interpretada por la mexicana Paulina Gaitán) y la agente del FBI que usa a Jaude para avanzar en la investigación, rol que cayó en manos de Karla Souza, tal vez la más internacional del elenco, debido a su rol en la serie How to Get Away with Murder. Sobre sus actuaciones, lo mismo que el resto del elenco, pero sobre la construcción de sus papeles es donde creo que la serie hace agua de verdad. El personaje de la agente del FBI desperdicia todas las posibilidades dramáticas y vuelve aún más despareja la trama llena de cosas de esta serie. Si la historia funcionara, los actores quedarían un poco en segundo plano, aun en un caso como este, que recuerda aquellas producciones europeas internacionales donde aparecía una docena de actores de cada país haciendo un rol. En aquel momento se elegía doblarlos a todos y así unificar el problema en un solo acento.
Las ideas visuales del comienzo y el ritmo mencionado, tal vez necesitaban un presupuesto mayor o un estilo más parejo. Cuando las cosas fallan el espectador empieza a fijarse en los detalles y en eso se pierde toda la gracia de una serie o una película. El tema, sin duda, es interesante, y lo sería aún más un documental bien riguroso y sin concesiones acerca del mismo tema y, para no ir tan lejos, o al menos sobre Julio Grondona. Me pregunto si en Argentina eso sería posible.