Los entretelones y las curiosidades alrededor de Lo que el viento se llevó se han convertido en una leyenda en sí misma. Como todo clásico popular, las historias sobre la película son tan populares como la película. La locura del casting para el personaje de Scarlett O´Hara, las complicaciones de rodaje, los distintos directores a cargo del proyecto, las diferencias con el best seller de Margaret Mitchell, el control total del proyecto que tuvo su productor David O. Selznick, su récord de nominaciones al Oscar y mucho más.
La película comienza en 1861, en Georgia. En la mansión sureña de Tara, donde vive Scarlett O’Hara (Vivien Leigh) junto a su familia. Aunque su belleza y su pasión la convierten en el centro de la escena y no le faltan pretendientes, Scarlett está enamorada de Ashley (Leslie Howard), pero él está prometido con su prima, la bondadosa Melanie (Olivia de Havilland), la contracara de Scarlett. En la última fiesta antes del estallido de la Guerra de Secesión, Scarlett conoce al cínico y apuesto Rhett Butler (Clark Gable), un personaje arrogante y aventurero, que sólo piensa en sí mismo y que no tiene ninguna intención de participar en la contienda. Lo único que él desea es hacerse rico y conquistar el corazón de la hermosa Scarlett.
Aunque el fondo de la Guerra Civil es espectacular, lo que está en el centro de la trama son estas relaciones románticas y amores contrariados. También el ascenso social (o el descenso) es una de las obsesiones de la protagonista. Su madre es una rigurosa dama sureña (Barbara O’Neil) y su padre (Thomas Mitchell), más afable, tiene una mirada más tolerante. Los acompañan también sus esclavos, Mammy (Hattie McDaniel), Prissy (Butterfly McQueen) y Pork (Oscar Polk), que son parte de la trama, en particular Mammy, presencia moral con la que el espectador tiende a identificarse, ya que ella y Rhett son los únicos que cuestionan abiertamente a Scarlett.
Como otro film de 1939 en Technicolor, El mago de Oz, Lo que el viento se llevó se juega gran parte de sus méritos en la espectacularidad y en el despliegue de producción. Pero a diferencia del otro film, esta fuerza visual no está conectada con los resultados en la totalidad de la historia. Tan espectacular es que aun las personas que la vieron en su ratio de pantalla original creen que tenía pantalla ancha (la tuvo en otras versiones posteriores). Cuando el título de la película atraviesa la pantalla de un lado a otro, el espectador se prepara para un espectáculo fuera de serie. No quisiera exagerar ni ser provocador al decir que es el mejor momento de la película.
La primera mitad está centrada en los momentos previos a la Guerra Civil y su desarrollo. La segunda en la vida de post guerra. La primera parte es más o menos interesante y contiene algunos grandes momentos, la segunda está tan desbalanceada con respecto a la primera que parece otra película. Los hallazgos de fotografía, sin embargo, son memorables, su impacto hoy no puede compararse con lo que debe haber provocado en su momento, pero igual impresiona. No tiene la fluidez narrativa del incomparable cine de Hollywood de la década del treinta, pero si una idea mastodóntica del cine que haría escuela, más aun para los premios Oscar.
Miles de aspirantes hubo para el rol de Scarlett O´Hara. Aunque nadie puede negarle el éxito a la película, personalmente creo que pocas actrices podrían haber sido más insufribles y odiables que Vivien Leigh en uno de los dos roles por los que ganaría el Oscar. El personaje es por lo menos curioso. Qué un film tan taquillero y popular esté protagonizado por un personaje como Scarlett es una anomalía. La protagonista del film es egoísta, caprichosa, pero por encima de cualquier otra cosa es miserable y deshonesta. Manipula a su antojo y arruina o intenta arruinar a conciencia la vida de otras personas. No hay un solo instante en la película en la cual uno pueda sentirse a gusto con ella. No aprende nada, no evoluciona en nada, salvo en lo que respecta a ensuciarse las manos, pero aun cuando se vuelve empresaria utilizando a un nuevo marido, luego no duda en estar con un millonario para ser aún más rica. Su amor por Ashley es un capricho, o al menos la actriz es incapaz de demostrar lo contrario. Melanie, por otro lado, es una santa tan excesiva como la villana Scarlett. El retrato de trazo grueso es la marca de Lo que el viento se llevó. Ashley es un personaje que hasta el propio actor odiaba, porque es de una falta de matices total. Rhett es un alivio cómico pero también moral. A pesar de ser un cínico, es el único que no se deja llevar por el triunfalismo sureño y también él único que no se deja engañar por Scarlett. Entiende quien es ella desde la escena inicial. Otra vez la película falla cuando intenta hacernos creer que él confía en ella y que siente genuino dolor cuando descubre que aun ama a Ashley. Mammy es el otro personaje moral. Mammy es el espectador. Ella observa a Scarlett y aunque la quiere o la acompaña (primero como esclava, luego como sirvienta) la pone en duda todo el tiempo. Mammy es una persona decente, Scarlett no. Todas las escenas donde aparecen Rhett o Mammy son las mejores de la película. Cuando Mammy le cuenta a Melanie que Rhett se ha encerrado en el cuarto con su pequeña hija, sin duda es la parte más emocionante de la película.
Mammy está interpretada por Hattie McDaniel. La actriz fue la primera persona afroamericana en ser nominada al Oscar y ganarlo, en su caso como actriz secundaria. Hizo historia y, más importante aún, ganó el premio mereciéndolo. Hoy que la película se ha visto involucrada en polémicas por ser acusada de racista, recordarla a ella sirve para mostrar hasta qué punto los pedidos de censura son siempre injustificables y a la vez nos roban la posibilidad de juzgar por nosotros mismos. Hattie McDaniel está impecable en su rol que pasa de la comedia al drama sin problemas. El racismo en una sociedad sureña del 1800 es parte de su historia. Claro que la película tiene estereotipos, pero más que racismo por lo que muestra, lo que es raro es justamente lo que no muestra. Tiene una mirada liviana de la situación amo y esclavo, lo que es más raro que mostrar sureños que tienen esclavos comportándose de forma racista. La actriz Butterfly McQueen se lleva la peor parte porque su rol de esclava tonta tiene el trazo grueso de todos los personajes pero concentrado en pocas escenas. Pero Mammy es un centro moral del film y otro de los ex esclavos, Big Sam (Everett Brown) le salva la vida a Scarlett cuando esta es atacada en un asentamiento. El racismo y la dureza del libro fueron aplacados y el producto David O. Selznick directamente decidió sacar al Ku Klux Klan que tendría que haber aparecido en la escena en la que los hombres van a vengar el ataque a Scarlett. ¿Hizo bien o hizo mal? La película no habría sobrevivido a una escena así y su destino hubiera sido incierto, pero a la vez construye una relación de clases y razas que termina cerrando de forma amable. El estreno en Atlanta fue sin los actores negros, a Clark Gable tuvieron que convencerlo Hattie McDaniel y David O. Selznick de que fuera porque estaba furioso con esto y quería boicotear la premier. Leslie Howard estaba ya en Gran Bretaña colaborando con el gobierno en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. También tuvieron problemas en el Oscar y Hattie McDaniel fue la primera persona negra en ir como invitada y no para servir las mesas. El racismo existe, la película narra una historia desde el punto de vista de una sociedad racista y fue hecha en 1939. Que un guionista mediocre pida que la saquen de la grilla de una señal de streaming y que esto sea aceptado, es un antecedente peligroso que debe ser condenado. Qué el público decida qué piensa de la película por sí mismo, como corresponde a cualquier obra de arte. Pero volvamos al cine.
Con la introducción, el intermedio y la salida, la película tiene una duración de tres horas y cincuenta y tres minutos. Muchas veces esto no es algo malo, al contrario. Pero no es el caso de Lo que el viento se llevó, que tiene un desequilibrio narrativo notorio. La segunda parte cae mucho y luego al final se acelera, multiplica tragedias de forma de desordenada y desemboca en un remate por lo menos forzado. Casi cuatro horas de película que terminan decepcionando, incluso si aceptáramos que el resto estaba bien narrado, cosa más que discutible. Los cambios de dirección es posible que hayan afectado el estilo y la narración, pero en cualquier caso la película falla en ese aspecto. Tal vez la autopista de tragedias a repetición sea tan impactante que alguien pueda no darse cuenta, pero incluso los dos planos finales de Scarlett son bastante forzados y ridículos. Siempre será para mí un misterio la pasión que se ha sentido por este film durante más de ochenta años.
Lo que el viento se llevó es uno de esos clásicos populares más venerados por el público que por la crítica. Con los ajustes de inflación, hoy sería la película más taquillera de la historia del cine. La controversia alrededor de su contenido no hace más que probar que se trata de un film que sigue siendo importante, aun cuando las nuevas generaciones ya le han empezado a dar la espalda. Aun habiendo perdido gran parte de su popularidad, sigue siendo una favorita de todos los tiempos. Sus aires de melodrama más cercanos a la telenovela (que aún no existía, claro) que al cine, parecen encontrar aun hoy personas interesadas. Comparada con otros clásicos de esa misma época, Lo que el viento se llevó no tiene mucho para ofrecer. En aquellos años los maestros del cine lograron títulos que cambiaron la historia del cine. Lo que el viento se llevó es un film demasiado largo, con momentos de enorme impacto visual, pero sin la complejidad de sus mejores contemporáneos. Su idea del cine es subirse sobre el éxito de un libro, no permitir que un director le aporte su mirada personal y que el casting sea más un evento en sí mismo que parte clave del buen resultado del film. Qué la fotografía preciosista sea más importante que la narración y que la fastuosidad le gane a la coherencia. Una idea del cine que puede lograr algunos films muy lindos, pero difícilmente llegue a tener una obra maestra. Lo que el viento se llevó, definitivamente no lo es.