La casa acecha narra la historia de una pareja (Mike Amigorena y Leonora Balcarce) que viaja para reparar un caserón en el campo por pedido de un amigo de él. Ella tiene dudas acerca de las intenciones del arreglo y le preocupa lo destruida que está la casa. Pero ese es el menor de los problemas. A media que pasan los días empiezan a notar que hay una presencia en la casa, una entidad que sigue presente y afecta a sus habitantes temporales.
La película tiene un buen manejo del suspenso y técnicamente es irreprochable. Intenta mantener la dignidad de no caer en los lugares más usados del género y los actores son buenos. El inconveniente está en que su estilo de terror de la vieja escuela, su concepto de caserón entre las sombras requiere un refinamiento mucho más mayor que el cine de terror de golpes de efecto. Entonces cuando llega el momento de asustar de verdad o generar climas verdaderamente angustiante la película delata ciertas limitaciones. Las apuestas más ambiciosas elevan la exigencia, por lo que aunque la película no consiga plenamente su objetivo, se eleva por encima de la mediocridad de muchos otros exponentes del género en su versión local.