La periodista Jeannette Walls (Brie Larson) decide escribir un libro sobre sus años de niñez y adolescencia en el seno de una familia excéntrica, disfuncional y nómada como terapia para reconciliarse con su pasado. La película narra dos tiempos, el presente de la protagonista y las historias de su infancia. Su vida ha estado marcada por su padre, un hombre carismático y entusiasta, capaz de transmitir a sus hijos la pasión de vivir a pesar de su alcoholismo destructivo. Además de por su madre, una pintora de espíritu libre que no quiere asumir su papel de madre de cuatro hijos. Juntos conviven en un hogar inestable y sin rumbo, pero siendo una familia que ama a pesar de las adversidades.
A medida que la película recorre ese pasado se hace cada vez más difícil sentir empatía por esos padres, pero la historia no buscar idealizarlos, sino perdonarlos a pesar de todo. La película está narrada sin buscar juzgarlos y en ese aspecto no busca nunca bajar línea. Su máximo aliado es un elenco excelente de actores, empezando por Brie Larson en el rol protagónico y Naomi Watts, Woody Harrelson como sus padres. Las imágenes finales le agregan un plus de emoción que mejor no anticipar, pero nos unen aún más con los personajes.