Un traficante parisino que quiere dejar atrás la vida de delincuente acepta un último encargo en España, pero eso lo pone en un riesgo mayor a cualquiera que haya tenido hasta ese momento. Tiene que lidiar con amigos y enemigos, un amor que tal vez lo traicione y una madre controladora, y ladrona, que se mete en todo. Cómo se puede ver, esta película de acción es a la vez una comedia. Y es la parte de comedia la que justifica su existencia, ya que en el tema del narcotráfico no tiene nada nuevo para decir.
Los actores logran que el juego funcione. Karin Leklou, que hace de un traficante inseguro, no lo suficientemente feroz ni violento, realiza un trabajo brillante. Más cerca de un Woody Allen grandote y gordito más que de un traficante del cine. Isabelle Adjani se reinventa y realiza su papel de madre delincuente y abrumadora de forma impecable. Y Vincent Cassel, nada menos, como el socio del protagonista, abrumado por las teorías conspirativas en las que cree cada día más, viendo un gran plan de dominio mundial donde simplemente hay algunas casualidades.
Esta comedia está dirigida por Romain Gavras, hijo del legendario director Costa-Gavras. Como dato de color, y confirmación del espíritu de comedia que el film posee, hace un cameo silencioso pero bien visible el director John Landis, una maestro en la combinación de géneros y un director famoso, además, por incluir cameos de directores en sus films. Esa presencia termina por mostrar la ligera simpatía de la película y su amor por el buen cine.