La vieja guardia es el ejemplo perfecto del cine abominable que no espera al final de la pandemia. El presupuesto sigue siendo enorme, un carísimo despliegue de producción que no le impide verse barata, pero ese no es el problema. El inconveniente surge desde otro lugar, inesperado en otro momento, pero no sorprendente en la actualidad. La historia tenía potencial: Un grupo de mercenarios, todos inmortales centenarios, tienen la capacidad de curarse a sí mismos. Un día, y por primera vez en doscientos años, aparece una nueva inmortal, pero al mismo tiempo el grupo es descubierto por una empresa que quiere conocer el secreto de su inmortalidad. Este grupo de héroes busca realizar pequeños pero significativos actos de justicia a lo largo de la historia, algo que se verá amenazado si son desenmascarados.
The Old Guard parece estar hecha con el manual del neo fascismo ideológico progresista en la mano. Como si fuera un joven fervoroso militante de un movimiento totalitario, cumple y se jacta de ser lo que el nuevo orden dicta. La directora del film es mujer y es negra. El elenco está conformado por una exacta combinación de etnias, religiones, géneros e preferencias sexuales. No está sugerido, está subrayado y puesto en letras bien grandes para que el Gran hermano y los obedientes espectadores acepten que es eso es lo que corresponde de ahora en más. Podría enumerar docenas de films que también cumplen con esto de forma natural, sin subestimar a los espectadores en ningún momento. Y claro, entre los logros de estos héroes se asoma entre los recortes de diario el haber estado en la Revolución Cubana, porque el progresismo caradura se hace a fondo o no se hace en el cine actual.
Todo eso podría ser irrelevante –raza, religión y género de quien dirige o protagoniza- y hasta gracioso sino fuera por dos motivos. El primero, claro, es que si una película hoy no cumple con estos puntos es acusada de racista, machista, homofóbica y otras formas de discriminación. Eso es grave y debe ser combatido. La libertad es un bien fácil de perder y difícil de recuperar. En el arte, es un golpe de gracia. Y ahí vamos al segundo punto y el que con el tiempo pesará más en el caso de cada film en particular. La vieja guardia es mala. Tanto se preocuparon por la corrección política que se olvidaron de cuidar la narración, de que la acción esté bien filmada, que los personajes sean algo más que una patética sumatoria de discursos solemnes y ridículos. La historia nunca arranca, a pesar de tener a Charlize Theron como protagonista, no pueden ni sacarle provecho a eso. Los personajes de esta actriz hace años lograron el poder femenino que ahora parecen descubrir algunos films solo porque está de moda tenerlos. El villano, siempre una clave para medir los méritos de un film, es también un borrador hecho a las apuradas, ridículo, sin encanto alguno. Dos o tres de acción logradas, con Charlize Theron luciéndose, son lo único que se puede rescatar de esta película que está decidida a tener una secuela.
Los temas de la historia se deshacen con todo este pesado mamotreto de ideología forzada y narración de segunda. Mil cosas se asoman en esta película pero sin que logren explorarlas correctamente. Mala con ganas, The Old Guard es el cine que se viene. A nadie parece preocuparle demasiado, y si está en Netflix, todos irán a verla apretando solo un botón, porque no hay otra cosa en este mundo que no sea Netflix, ya se sabe. Pero estamos comprando una agenda ideológica carente de sinceridad que nos sumerge nuevamente en épocas oscuras, justamente lo contrario a lo que dicen querer hacer los que realizaron esta película. Es irónico ver como denuncian una casa de brujas dentro de la película aquellos que están sirviendo a una nueva cacería.