Azul el mar cuenta la angustia que sufre una mujer al atravesar una crisis matrimonial, mientras añora un tiempo pasado en que sus hijos eran pequeños, y la pasión con su marido la hacía sentir viva. La familia, de vacaciones, vive una vida como la de cualquiera, funciona y disfruta de los momentos del veraneo junto al mar. Ese mar que parece contener todo el mundo interior de la protagonista. Sus miedos, sus deseos, su fuerza interior apagada, su ahogamiento también.
Lo mejor de la película es la imponente presencia del mar, de esas aguas muy bien filmadas pero a la vez ubicadas con sentido dentro de la trama. Las escenas naturalistas de la vida de la familia se parecen tanto a tantas películas argentinas que vemos jueves tras jueves. Aunque la intención de la realizadora sea contraponer ambas cosas, lo cierto es que en el resultado se ve un enorme potencial visual, pero al mismo tiempo un camino ya recorrido muchas veces.