Jessie (Carla Gugino) y Gerald (Bruce Greenwood) son un matrimonio en crisis que viaja a una remota cabaña con la esperanza de revitalizar su deteriorada relación en un sitio apartado y tranquilo. Allí Gerald propone a su mujer un juego sexual: esposarla a la cama para incrementar las sensaciones. Ella rechaza este juego y le pide que la libere, pero cuando él muere de un infarto, ella tendrá que encontrar la manera de liberarse o morir en el intento.
Basada en el libro de Stephen King, la película combina elementos dramático con el más puro cine gore. Lo fantástico y lo cotidiano se mezclan en la historia con resultados dispares. En los flashbacks la película se parece –y se conecta- con Dolores Claiborne pero el resto del tiempo apuesta a un relato con los pensamientos de la protagonista materializandose, en un juego ambiguo que a veces funciona y a veces es muy malo.
Carla Gugino está impecable en el rol protagónica. Las escenas más impactantes, de lo más fuerte de los últimos años, ella está a la altura. Los primeros veinte minutos del film son perfectos y el final es muy bueno, aunque entra un poco como un parche y el centro de la película tiene demasiadas vueltas y repeticiones. Para espectadores con estómago fuerte.