Cine Clasico

Los Aristogatos

De: Wolfgang Reitherman

Los Aristogatos (The AristoCats, 1970) es un film de los estudios Disney que pertenece al período clásico del cine de animación, aun cuando está sentada sobre la bisagra de la historia de la animación del estudio. Vista hoy, se ve tradicional y moderna a la vez, llena de ideas, pero absolutamente apegada a una manera de entender al cine de animación que convirtió a Walt Disney en el más grande de los nombres de la animación en Estados Unidos y sin duda el más popular de todo el mundo.

Walt Disney le había dado luz verde al proyecto antes de morir, pero la película fue completamente realizada después de su muerte. De hecho es el primer film de Disney hecho después de Disney. Aunque hoy se puede estudiar el contexto del film, lo más importante es ver el resultado en la pantalla. Y el resultado sólido, con una eficacia indiscutible y con una simpatía sin excesos que la convierte en una película de perfil bajo, sin pretensiones, pero que igualmente hace sus apuestas y posee sus propios méritos.

París, 1910, una gata llamada Duquesa y sus tres gatitos – Marie, Berlioz y Toulouse – viven en la mansión de la cantante de ópera Madame Adelaide Bonfamille, junto con su mayordomo, Edgar. Cuando Madame le dice a su abogado, el anciano Georges Hautecourt, que decide dejarle su fortuna a sus gatos y que luego de la muerte de ellos esta pasará a Edgar, el mayordomo, intentará deshacerse de la gata y sus tres gatitos. Los lleva al campo y luego de una batalla con dos sabuesos llamados Napoleón y Layafette, regresa a la casa ya sin los gatos. Duquesa y sus pequeños intentarán volver a casa. Se encuentra con un gato arrabalero llamado Thomas O’Malley, que aunque no es muy hogareño, decide ayudar a la gata y sus tres pequeños. En el camino vivirán varias aventuras con mucho humor. Pero el punto más alto del film es cuando visitan a los bohemios amigos de O´Malley, que tocan jazz en una bohardilla de un edificio abandonado en Paris.

Aunque la película abre con nada menos que Maurice Chevalier cantando el tema The AristoCats, la película buscará aferrarse al jazz más que a la música habitual de los films de Disney. Chevalier ya estaba retirado de la vida artística, pero volvió para interpretar la canción. Su presencia le dio todo el toque francés necesario que la película necesitaba. La trama es sencilla, pero hay algo libre y divertido, relajado y dinámico y se nota en cada escena, llegando al clímax mencionado anteriormente.

El director del film es Wolfgang Reitherman, uno de los nombres más importantes y tradicionales del estudio. La película es muy bella, las calles de Paris se ven preciosas, dibujadas con mucho estilo, sin buscar la perfección realista, sino la idea de Paris que los espectadores tienen por ver cuadros de principios del siglo XX. La narración nunca se detiene, la película, que dura menos de noventa, minutos, se pasa volando. El humor funciona muy bien y nunca aparece una sensación real de peligro o miedo. En ese aspecto la película no busca volverse extrema. Las escenas más memorables son las felices, no las dramáticas. Tal vez eso la vuelve menos famosa o prestigiosa que otros títulos del estudio, pero la vuelve una película más luminosa y festiva.

La fiesta de color de Ev’rybody Wants To Be A Cat es excelente y muestra una evolución de la idea del cine que tenían en el estudio. La canción es una de las más pegadizas de la historia de los estudios Disney. Los anacronismos de toda la historia muestran un sano interés nulo por el realismo y la película les abre las puertas de par en par a personajes bohemios, diferentes, transgresores. Deja atrás la ópera de la Madame, para avanzar sobre el jazz. La evolución se asomaba desde antes, pero Los Aristogatos lo hace oficial. Walt Disney ya no estaba, y al liberarse del gran padre el resultado fue a la vez un homenaje a su cine tradicional y también un paso hacia el futuro, con los cambios estéticos y culturales de una nueva era.