Un policía novato (Stephen Chow) es protegido y ayudado por el fantasma de un oficial asesinado que intenta resolver y vengar su propio asesinato. Una comedia de fantasmas con artes marciales, algunos disparos y la posibilidad de ver uno de los primeros films de Stephen Chow como protagonista, antes de convertirse en una estrella de fama mundial.
La década del noventa fue la explosión del éxito de Stephen Chow, ya conocido por su trabajo en televisión, empezó la década con una decena de títulos entre los cuales está este film y al final de la misma ya era uno de las estrellas más grandes del cine oriental de todos los tiempos. La prolífica carrera de Chow era algo despareja, así como la calidad de los directores con los que trabajaba. Pero su carisma y su simpatía eran indiscutibles y suplían las limitaciones de rodaje y presupuesto.
Acá se ve su humor en estado puro, con algunos gags surrealistas simplemente brillantes y con varios chistes más adultos que los que practicaría más tarde cuando su audiencia fuera más familiar. La historia del fantasma que debe volver a la tierra es bien conocida, esta película le agrega un poco de corrupción celestial, donde el infierno y gratis pero en el cielo hay que pagar. Chow, joven y espontáneo, se luce con chistes inocentes y simples, varios de ellos escatológicos, pero siempre llevados adelante con simpatía. Un borrador de lo que serían muy pronto sus mejores títulos.