Durante décadas los cinéfilos y expertos en cine argentino hablamos de la ausencia de ciertos géneros en el cine nacional. El terror, el cine fantástico en general, era uno de ellos. Pero el siglo XXI, con los cambios tecnológicos pero también culturales, trajo todo un circuito de films que se sumergen en las ideas y la estética del terror desde los más variados estilos y puntos de vista.
Los que vuelven es otro ejemplo de esto. América del Sur, 1919. Los guaraníes fueron asesinados, desterrados o reducidos a servidumbre. Julia, esposa de Mariano, un terrateniente yerbatero, concibe a su tercer hijo muerto. Desesperada, le ruega a Kerana, su criada indígena, que lo traiga de vuelta a la vida. La criatura vuelve. Pero no vuelve sola.
Con esta idea la película arma una historia que tiene buenos y malos momentos y que en su afán de abarcar mucho a veces pierde un poco el rumbo y su energía inicial se dispersa. No falla en la creación de climas, evocación directa del terror sugerido que va desde los films producidos por Val Lewton en la década del cuarenta hasta John Carpenter años después. La premisa tiene también concepto clásico tan bien explotado por Cementerio de animales.
En cuanto a la denuncia social la sutileza no es como la de los casos mencionados. En una larga tradición de cine que describió la explotación del hombre por el hombre en el norte argentino, Los que vuelven quiere lograr ese discurso metido dentro del cine de terror. Lo logra a medias, aunque no le falta ambición cinematográfica y demuestra respeto por el cine de terror.