Esta película tiene un Dios del deporte en su título: Guillermo Vilas. Se trata de una leyenda del tenis, el más grande tenista argentino de todos los tiempos. Pero esta película también tiene un héroe: Eduardo Puppo, un periodista que cargó sobre sus hombros un histórico reclamo de su ídolo y amigo por lograr ser reconocido como número 1 del mundo en la década del setenta. Cuarenta años de lucha por parte del gigantesco Vilas y más de una década de una pelea incansable por parte de Puppo. Pero eso no es todo, la pelea titánica contra montañas de datos y oídos sordos tiene también una heroína, María Luz Marín, la esposa de Puppo, quien sale a rescatar a su caballero en desgracia en su momento de mayor angustia y desazón. Y finalmente un aliado inesperado, quien desde muy lejos destraba una rueda que parecía se había empantanado para siempre. Marian Ciulpan, un matemático y programador rumano, amante del tenis, es la pieza final para lograr este equipo de gigantes y héroes anónimos que luchan contra un villano implacable: la ATP, quien se niega a reconocer que Guillermo Vilas llegó, como todo indica, a ser el número 1 del tenis mundial.
Aunque el material de archivo del documental es extraordinario y emocionante, es claro que la película trata sobre esa lucha y no es una biografía de Vilas. Aunque sirva como tal, el centro de la historia es el trabajo a brazo partido y durante años de alguien por lograr reparar una injusticia. Un acto de amor y devoción por un ídolo y un amigo, pero también por la verdad y la justicia. Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada se desliza con claridad pero de manera breve sobre la vida del tenista. Muestra su infancia y juventud, sus alegrías y sus sacrificios. Esto es acompañado por varios testimonios, la mayoría para darle dimensión verdadera a la importancia de Guillermo Vilas, de Rafael Nadal, Roger Federer, Gabriela Sabatini, entre otros. Más cerca de anécdotas interesantes están su amigo Björn Borg y su entrenador Ion Țiriac, pero el foco del documental es otro. Habrá que hilar fino para saber el motivo de algunos nombres que podrían haber aportado aún más información.
Eduardo Puppo tiene material de Guillermo Vilas para hacer un museo. Cientos de objetos del deportista, incluyendo sus libretas, material único que devela el mundo interior de Vilas. Aunque la herencia más fuerte que está en su poder es el pedido de reconocimiento negado durante tantas décadas. La película es prolija, entretenida y muy transparente en su narración. Al mismo subyace una línea bastante angustiante y muy dolorosa para los seguidores del tenista. Guillermo Vilas, en las imágenes recientes, ya se encuentra viejo y enfermo, y aun sin el reconocimiento esperado. Cualquiera de los que lo admiran podría decirle que no lo necesita, que ya sabemos quién es él, y sin embargo esa reivindicación ahora va más allá de él.
No sé si el director evalúa a ciencia cierta lo fuerte que son algunas imágenes y es discutible la falta de pudor de alguna escena, pero este debate sobre la ética documental no le impide a la película sentir un enorme amor por Guillermo Vilas y un agradecimiento total a los que han convertido en algo propio su lucha. Ver el paso del tiempo en un maestro como lo es Vilas nos enfrenta a todos la finitud de la vida, a lo efímero de la gloria, a la idea de que todos, incluso los más grandes como él, estamos de paso. Los documentales cuentan lo que quieren contar, pero de ellos también se desprenden otras ideas y miradas. Este es un documental sobre amistades, obsesiones, luchas y lealtades. Tiene varios personajes interesantes, aunque la historia gira alrededor de un nombre deportista enorme como Guillermo Vilas, al que le rinde homenaje con sincero amor y admiración.