Una familia latina de clase media regresa a Miami para cuidar a su abuela, que ha enviudado recientemente. No saben que la casa en la que van a vivir es una famosa casa embrujada, la casa Bradford. Allí habitan los fantasmas de dos hermanos adolescentes, que murieron tiempo atrás yendo a una fiesta de Halloween. Una versión moderna, protagonizada por cubanos y norteamericanos, de El fantasma de Canterville de Oscar Wilde.
Jamás en la historia del cine una cosa así podría haber tenido la exhibición mundial que le da hoy el streaming. Por momentos parece una sitcom de televisión de hace cuarenta años atrás, en otros se ve como un mal programa de Disney. Las actuaciones son notoriamente malas y la película es desaconsejable para todo público, no importa la edad u origen.
Tal vez, y haciendo un esfuerzo por encontrar algo positivo, lo más valioso es el valor de la familia que la película tiene. Y no porque lo digan, sino porque se nota. Lamentablemente la película es insufrible.